13 gladiadores y un héroe

13 gladiadores y un héroe



No fue la final más bonita de la historia. Ni siquiera la más emocionante. Pero fue la final
de Diego Forlán. El delantero uruguayo, que avisó bien pronto con
un disparo al poste (minuto 11), marcó el primero y el definitivo,
cuando el encuentro ya parecía abocado a los penaltis.

De Gea, fiable (7)
No pudo hacer nada en el tanto de Davies. Pero en el resto de llegadas (pocas) del
Fulham, mostró su madurez de 19 años. Bien por alto, seguro en las salidas,
toda una garantía para muchos, muchos años en la portería rojiblanca.

Antonio López, discreto (5)
Es cierto que no tuvo demasiada participación en defensa (aunque un mal despeje
pudo costarle el segundo al Atlético). Su banda, la izquierda, apenas fue usada por
el Fulham. Pero tampoco el capitán fue efectivo en ataque y eso que lo intentó.
Estuvo arriba, pero ni dobló ni propuso centros ni combinaciones.

Domínguez, consagrado (9)
Quitando al héroe Forlán, el joven central fue de lo mejorcito del Atlético. Impecable al
corte, antes y después, su concentración no se resintió jamás ante los potentes
delanteros ingleses. Incluso se incorporó alguna vez al ataque, con un
remate de cabeza en la primera parte. Su consagración definitiva.

Perea, suicida (2)
El colombiano volvió a las andadas. Errático, impreciso, inseguro, nervioso... Un enorme
fallo suyo propició el gol del empate del Fulham. A pesar del poco peligro de los
ingleses, nunca dio la sensación de calma en el centro de la zaga.

Ujfalusi, incansable (6)
Lo intentó, muchísimo, hasta el último minuto de la prórroga. Subió una y otra vez la
banda derecha, aunque con escaso éxito. Ninguno de sus centros encontró remate.
Ninguno de sus disparos fue preciso. Tanta insistencia en
ataque le costó algún que otro susto en defensa.

Assunçao, discreto (5)
Con un rival que apretó poco, apenas tuvo trabajo de contención. Y con el Fulham
completamente encerrado gran parte del partido, se echó de menos más lucidez
ofensiva en el medio portugués. Estuvo bastante desaparecido y, además, tuvo la
mala fortuna de peinar hacia atrás el remate de Davies que supuso el gol inglés.

Raúl García, sin profundidad (5)
Demasiados disparos lejanos y... desviados. Pocas combinaciones peligrosas. Como
en el caso de Assunçao, se echó en falta más capacidad de construcción en
el centro del campo atlético, atascado ante las líneas defensivas del rival.

Simao, irreverente (3)
Su actitud dejó mucho que desear, tanto sobre el césped como cuando Quique decidió
sentarle en el minuto 67. Se fue refunfuñando, con mal gesto. Tirado a
la izquierda, apenas desbordó y sus centros fueron cortos e imprecisos.
Ni siquiera puso algún córner en condiciones.

Reyes, espeso (6)
Si bien no fue una de sus mejores noches como atlético, fue una gran jugada de Reyes
desde la banda derecha la que desencadenó el primer gol del Atlético. Lo había intentado
ya con un sorpresivo y lejano lanzamiento de falta en el 15. Después,
sobre todo en la segunda parte, se diluyó y fue sustituido por Salvio.

Forlán, el héroe (10)
Este trofeo tiene un nombre propio, el de Diego Forlán. Suyos fueron los goles ante el
Liverpool y suyos los de Hamburgo. Dos remates de un goleador genial. El primero,
tras un lanzamiento en semi fallo de Agüero. El segundo, a pase del propio Kun.
Ya había avisado en el minuto 11 con un lanzamiento cruzado al palo.
Un uruguayo en la historia colchonera.

Agüero, el cómplice (
El argentino fue de más a menos. Muy móvil de inicio, enloqueció a los centrales ingleses,
incapaces de atraparle. Propició el primer gol y, cuando parecía fundido,
fabricó la jugada del segundo. Sólo le faltó el gol.

Jurado, impulsivo (7)
Su entrada en el 67 dio un aire nuevo a los rojiblancos. Desde el centro y desde la banda
izquierda intentó animar a sus cansados compañeros. Propuso y dejó buenos detalles.

Salvio, sin suerte (5)
La tuvo el argentino, que sustituyó a Reyes en el 77. Falló un remate clarísimo cuando
acababa la primera parte de la prórroga, a pase de Forlán. Poco más se le vio.

Valera, sin calificar (-)
Salió cuando ya Forlán había decidido todo.

L. Sáez-Bravo | Madrid 12/05/2010