Seguimiento a Italia en Sudafrica 2010

Italia ya está Sudáfrica

Nadie se acuerda del campeón

* El equipo de Lippi llega a Johannesburgo
con Pirlo entre algodones

* Sólo nueve futbolistas repiten en la
convocatoria cuatro años después

* El 1-1 en el amistoso ante Suiza, único
consuelo para los supersticiosos

Llegaron al aeropuerto Tambo con 10 minutos de adelanto, bien peinados y con gafas
de sol. Porque hace falta ser italiano para salir así de reluciente a las nueve de la
mañana tras pasar la noche atravesando África en un Boeing 777. Los campeones
del mundo ya pisan el terreno donde intentarán la defensa de su título, algo que sólo
han logrado con éxito dos selecciones en toda la historia, Brasil (1958 y 1962) y la
propia Italia (1934 y 1938). Esta tarde, primer entrenamiento en el retiro de Centurion,
ciudad de innegables connotaciones imperiales, a 40 kilómetros de Johannesburgo.



Habían despegado anoche de Malpensa y Sudáfrica les recibió con fuertes medidas
de seguridad y escasa presencia de hinchas. Tan sólo una nube de flashes presagiaba
el aterrizaje de una de las referencias del fúbol mundial, aunque desde hace un tiempo
viva entre el desdén y el olvido. Al frente, Giancarlo Abete, presidente
de la Federación, que a falta de resultados, siempre invoca
el orgullo, el sentimiento de pertenencia, la camiseta.

A su lado el viejo comandante Lippi y Andrea Pirlo, principal referente para convocar a las
musas. El centrocampista del Milan, con una lesión en el gemelo, se perderá seguro los
dos primeros partidos ante Paraguay (14 de junio) y Nueva Zelanda (17 de junio). Sin embargo,
el seleccionador no quiere renunciar a su talento y ha preferido mirar un poco más hacia allá,
hacia las eliminatorias. Hasta entonces, como parche, ha llamado a Andrea Cossu,
volante del Cagliari de 30 años, que no ha debutado aún con la Nazionale.



Pirlo es uno de los nueve futbolistas que sobreviven cuatro años después de Alemania. A su
lado, sólo Gianluigi Buffon, Fabio Cannavaro, Gianluca Zambrotta, Mauro Camoranesi,
Daniele De Rossi, Gennaro Gattuso, Vincenzo Iaquinta y Alberto Gilardino, representantes de
las viejas esencias azzurri, paladean aún el recuerdo glorioso. Ni rastro de Fabio Grosso o
Marco Materazzi, piezas esenciales entonces. Por no hablar de Francesco Totti,
Antonio Cassano o Alessandro Del Piero, ausentes por variadas razones.
Italia no levanta cabeza desde hace tiempo, pero si algo nos ha
enseñado la historia es que siempre hay que contar con ellos.

Y eso que su última victoria data del pasado noviembre, en un amistoso ante Suecia (1-0).
Desde entonces, una derrota ante México (1-2) y dos empates Camerún y Suiza (1-1),
la última prueba antes de abandonar Europa. Lippi eligió la estación alpina de Sestrieres
para habituar a sus chicos a la altitud de Johannesburgo. Parece que de poco a servido
hasta el momento. De hecho, el único rastro de esperanza para la hinchada tricolore
proviene de la superstición, del 1-1 ante los helvéticos el pasado 5 de junio en Ginebra.
Porque en 1982, con gol de Cabrini y en 2006, merced a Gilardino, también se empató
con Suiza. Y curiosamente, en ambas ocasiones, sólo un mes más tarde, Dino Zoff y
Fabio Cannavaro alzaban la Copa del Mundo en Madrid y Berlín, respectivamente.

Miguel A. Herguedas | Johannesburgo 09/06/2010

La 'envejecida' campeona azurra

* 'Que sean mayores no significa que tengan
las piernas quemadas', asegura Lippi

* 'No he visto a nadie que haya ganado un Mundial y después
se haya presentado con 23 futbolistas distintos'



Antonello Valentini, impecables mocasines y gafas azules bajo la melena entrecana,
se acerca con la prestancia propia del director general de la Federación Italiana.
Las bromas se suceden, aunque unos metros por detrás, lo más
alejado posible de la prensa, Marcello Lippi dirige el primer
entrenamiento de la Nazionale en suelo sudafricano.

Son casi las cuatro de la tarde en los campos de entrenamiento del Southdowns College,
un privilegiado centro educativo en las afueras de Pretoria. Un retiro espiritual entre colinas,
casi en mitad de la nada, donde Italia ya preparó hace un año la decepcionante Copa
Confederaciones. Cuando Valentini da media vuelta y vuelve junto a la cúpula directiva,
liderada por el afable presidente Giancarlo Abate, terminan las sonrisas y brotan los
comentarios maliciosos. Nadie cree en las posibilidades de un grupo envejecido, huérfano
de estrellas, aferrado sólo al inmenso peso de su camiseta. Esa es la cruda realidad,
pero esa es también la eterna historia de Italia. Con mimbres similares,
en situaciones casi idénticas, fue capaz de levantarse de sus cenizas.



La última, hace casi cuatro años en Berlín. Un honor que no debe pasar inadvertido.
"Benvenuti a la scuola. Siate vincitori", reza el cartel como honra a la campeona. Parece
casi un siglo, pero ni siquiera ha pasado una legislatura desde que Italia levantó su cuarta
copa. De ello pueden dar fe Lippi y nueve de sus futbolistas. Gianluigi Buffon (32 años),
Fabio Cannavaro (36), Gianluca Zambrotta (33), Mauro Camoranesi (33),
Gennaro Gattuso (32), fueron cinco de esos héroes, el núcleo duro, acompañados de
las aportaciones de los más jóvenes Daniele De Rossi, Vincenzo Iaquinta y Alberto Gilardino.
"Que sean mayores no significa que tengan las piernas quemadas", adelantó más tarde Lippi,
ya en la Casa Azzurri, a unos dos kilómetros del campo de entrenemiento. "Los que repiten
son menos del 50 por ciento. No he visto a nadie que haya ganado un
Mundial y después se haya presentado con 23 futbolistas distintos".

Él de momento presume de 24, porque Andrea Pirlo está lesionado en un gemelo y ha
tenido que llamar de urgencia a Andrea Cossu, centrocampista del Cagliari. Ninguno de
ellos participó en el primer entrenamiento, que arrancó sólo seis horas después de tomar
tierra en el aeropuerto de Johannesburgo. Una sesión muy suave, de hora y media de
duración. La buena noticia fue el regreso al grupo del tocado Mauro Camoranesi,
aunque Claudio Marchisio, con ligeras molestias, debió ejercitarse aparte.

Miguel A. Herguedas | Johannesburgo | 09/06/2010

Claves del partido

La selección de Paraguay, empeñada en hacer historia en un Mundial
y sobrepasar por vez primera los octavos de final, irrumpe en el camino
de la defensa del título de Italia, vigente campeón del mundo.

Los malos resultados en los partidos preparatorios y los contrarios a la
lista de Lippi, en la que prescindió de futbolistas como Cassano o Balotelli,
han ampliado el peso de la presión a la que, ya de por sí, se ve sometida.

Martino ha mostrado sigilo desde el principio, realizando a puerta cerrada
gran parte de las sesiones preparatorias de su equipo. Ni siquiera
ha dado pistas sobre sus movimientos en el retiro de Balgowan.

La última batalla del centurión

Gattuso anuncia su retirada de la
selección italiana tras el Mundial



En ocasiones, cuando busca a un compañero y el balón acaba en la grada,
Gennaro Gattuso (Corigiano Calabro, 9-1-1978), 'Rino',
se mira los pies y les dice: "Malditos, nunca me dais alegrías". Éstas, cuando
trabaja, sólo se las proporciona su corazón inmenso, su musculatura granítica,
su exagerada capacidad aeróbica. Gennaro Gattuso, el 'mastín', nunca habría
triunfado en España y él nunca hubiera venido porque "se trabaja poco".
Gattuso conoció el éxito en Escocia, en la tierra de William Wallace.




Allí llegó con 22 años, reclutado por Dick Advocaat para los Rangers, este pequeño
'Braveheart' procedente de la Calabria profunda. "Algunos de mis compañeros de equipo
dicen de mí que maté al profesor de italiano cuando era pequeño", comenta en su biografía.
"Pienso en calabrés, juego en calabrés, sueño en calabrés". Hoy, 10 años después, su
técnica no ha mejorado demasiado, pero nunca le hizo falta. Gattuso es hoy campeón del
Italia, de Europa y del mundo. Acumula en sus piernas 72 partidos internacionales
con Italia desde su debut el 23 de febrero de 2000 ante Suecia
y más de 300 con el Milan, el club de su vida.

Ahora, desde Sudáfrica, donde disputa su tercer Mundial, dice que su gloria ya pasó, que
tras la aventura africana dejará la 'azzurra'. "Tengo [casi] 33 años. Lo correcto es dejar mi
lugar a aquellos que vienen con más energía", declaró el centrocampista 'rossonero' en la
'Casa Azzurri', sede de la legión transalpina, ubicada en la ciudad de Centurión.



El centurión es Gattuso. Sus pies cuadrados -así los define- no le han impedido hacerse con
el mando de su selección y del Milan, paradójicamente el equipo que mejor trato da a la pelota
en su país. Si en España siempre se burlaron de él, en Italia lo adoran. Gattuso es el sentido
táctico y administrativo, la resistencia, la templanza y capacidad de mando.
Gattuso es el 'calcio'. "Mi sueño es ser el entrenador de la
'Azzurra' en un Mundial". Italia puede dormir tranquila.


Ó. Fornet | Madrid 13/06/2010

Lippi: 'Me gusta que subestimen a Italia'

'Las favoritas son España y Brasil', repite el
técnico campeón del mundo

Parece que Montolivo será el sustituto
del todavía lesionado Pirlo



Hay algo en lo que Italia es favorita en este Mundial. Si hubiese un torneo donde
se decidiera quién es la jefa de prensa más guapa, Barbara Moschini, espléndida
madurez de ojos verdes, tendría todas las de ganar. Aguantó sin perder la elegancia
el inicio de la rueda de prensa de Marcelo Lippi, iniciada por un periodista italiano
con un alegato contra la 'ley mordaza' aprobada el pasado jueves, a traición y sin
avisar, por el Gobierno de Berlusconi. Superado el trance, el elegante técnico italiano,
el hombre que llevó al título hace cuatro años a la 'Nazionale', tomó la palabra.

"Me gusta que subestimen a Italia. Me gusta que piensen que pueden ganarle a Italia
fácilmente", dijo con ese tono de actor de telenovela que gasta. Sin que se le moviera
un pelo de la cabeza, Lippi se exhibió de lo más tranquilo pese a que nadie, ni en su
país ni fuera, da un duro por su equipo, pese a todo vigente campeón. "Las favoritas
son España y Brasil", repitió hasta cuatro veces en distintas preguntas,
"aunque después hay un grupo de selecciones, entre ellas
la nuestra, que siempre van al Mundial para ganarlo".



Insistió en su teoría sobre las escasas posibilidades que le otorga el resto del mundo a
Italia, empezando por su propia prensa. "Todo lo que pasa antes de un Mundial no vale
para nada. Puedes llegar habiendo ganado once partidos seguidos y llegas aquí, en
estas circunstancias, en este momento, y lo haces mal. Y al revés también puede pasar".

El bueno de Marcelo ansía ese segundo supuesto, porque sabe que Italia, al final,
"siempre está ahí". "Tengo mucha confianza en todos mis jugadores, y aunque digan lo
contrario, todos los equipos que se enfrenten a nosotros lo harán con miedo y con mucho
respeto", el que impone ser cuatro veces campeona del mundo, más allá del entorno
y las circunstancias, que de todo hubo en 1934, 1938, 1982 y 2006.



Tan tranquilo está el técnico que los primeros 10 minutos del entrenamiento en el
Green Point de Ciudad del Cabo los dedicó a charlar con Buffon sobre las calamidades
de Felipe Massa y Ferrari en el Gran Premio de Canadá. Eso sí, no quiso dar la alineación,
por cuestión sencilla. "Si os la doy a vosotros, mañana un jugador se levantará con la
llamada de su mujer, que le preguntará '¿por qué no juegas?', y él dirá: '¿cómo?'".
De cualquier forma, parece que Montolivo será el sustituto del todavía lesionado Pirlo.

Para cerrar, la pregunta que en todas las comparecencias hace la periodista de la televisión
china, y que normalmente no se sabe muy bien de qué van. Normalmente también, no le
responden y asunto resuelto. Antes de irse, Lippi miró desafiante al tendido, cegado por
los focos pero sereno. "El escepticismo de la prensa lo respeto, pero no lo comparto
porque viene provocado por sólo dos partidos. Vamos a nacer
y a crecer en el Mundial". Esto último suena a amenaza.

E. J. Castelao | Ciudad del Cabo |14/06/2010

1-1 contra Paraguay

El campeón arranca entre dudas

Alcaraz adelantó a los paraguayos
y De Rossi firmó el empate

Buffon sufrió un golpe de ciática en el descanso

Bajo un manto de agua inmisericorde rescató Italia un punto en su debut, sin sorpresas
la reina, la vigente campeona hasta que el 11 de julio alguien se atreva a decir lo contrario.
Escasa de belleza, la defensora del trono dio la razón a quienes la veían mal vestida,
pese a unos primeros 30 minutos de aseo más para el inventario que para otra cosa.
No está Italia bien, eso no es noticia, y empató. Tampoco es noticia. Seguramente estará
en la siguiente fase pues aguardan Eslovaquia y Nueva Zelanda, pero con estos
harapos no es fácil adivinar una candidata. Ni siquiera hablando de Italia.



En la primera jugada del partido Montolivo se llevó un recado brusco de Riveros, y en la
siguiente De Rossi respondió llevándose por delante a Morel. Italia se sabía enfrente de
el espejo y apuró para dejar claro quién era quién. Superado el trance, afianzada la jerarquía,
el grupo de Lippi se aprestó a desmentir los augurios. Se metió en terreno paraguayo y
vivió ahí la primera media hora, bien sujedado por Cannavaro. Es curioso el caso del
ex futbolista del Madrid, casi ex futbolista a secas, y sin embargo tremendo en todo hasta
que Alcaraz le quitó la billetera en el gol. Sin embargo, hasta ese instante el Balón de Oro
en 2006 hizo memoria digna de sí mismo y plantó sus arrestos muy cerca del centro del
campo. De ese modo permitó a sus compañeros asfixiar a un equipo,
Paraguay, con más promesas que realidades a día de hoy.

Hablaban las crónicas de un buen grupo tejido en torno a la pelota, y en cambio de deshizo
de ella a la que pudo. Les escocía el balón a los sudamericanos, presos del ímpetu de
Montolivo y De Rossi, las soluciones menos malas halladas por Lippi para suplir a Pirlo.
El problema para la vigente campeona del torneo es que esos dos futbolistas no disponen
de la imaginación mínima para armar algo de fútbol. No es que Italia haya presumido de eso
nunca, ya se sabe, pero ante un primo-hermano como Paraguay, gustoso de entregar la
iniciativa, eso se nota más. De ahí nacía el problema, aumentado por la nadería en que se
convirtieron las carreras de Marquisio, Iaquinta y Pepe, esa línea de tres teóricos
mediapuntas que Lippi ha dispuesto sólo para disimular. Se incrustan con los dos
mediocentros y a defender se ha dicho. Gilardino es un náufrago.



Nada nuevo en Italia, ningún defecto nuevo, y sin embargo Paraguay prefirió resguardarse
por si acaso. Ocurre que contra Italia ni eso sirve. Por ejemplo, un córner. El equipo de
Lippi defiende esa jugada con los 11 en el área, pero por esas cosas que tiene Italia fue
recibir un saque de esquina y, a los pocos segundos, verse Montolivo en un mano a mano
con un defensa en la frontal del área contraria. Así había generado Italia una opción de gol,
minuto 20, pues hasta ahí toda esa presencia en campo rival sólo había
servido para tirar unos cuantos centros sin sustancia.

Eso era lo previsible. Lo no previsible sobrevino en el minuto 39, al poder Alcaraz, un central
altísimo del Brujas, en un salto con Cannavaro y con De Rossi en el balcón del área chica,
donde Buffon no se atrevió a salir. Ahí sí se vio ahogada la campeona.
Ahí sí debió mover algo para cambiar, y fue entonces...



Fue entonces cuando Buffon sufrió un golpe de ciática y se quedó en la caseta mientras se
hizo más evidente la incapacidad de De Rossi y de Montolivo mirando hacia delante.
El futbolista que, dicen, pretende el Madrid fue quien, pese a todo, demostró que a la reina
nunca se le puede dejar sola. Al borde del cuarto de hora de la reanudación, una salida
horrible de Villar y una negligencia de Barrios permitieron a Italia revivir justo cuando peor
lo estaba pasando, obtusa y a merced de la velocidad paraguaya,
que por un momento se creyó con derechos.

Para entonces ya estaba en el campo Camoranesi en lugar de su compañero en la Juventus
Marquisio. Fue más de lo mismo para Italia, que con el empate, y con Iaquinta ya como
delantero centro, no tirado a la izquierda, fue, a su manera, empujando a Paraguay contra
su portero. No le sirvió de mucho el rival salió respondón y metió a Roque Santa Cruz y a
Cardozo, removiendo su delantera. No halló gol, tampoco Italia, apenas dueña de un par
de escaramuzas de Pepe y un disparo de Montolivo. El interior del Udinese terminó siendo
el mejor cuando cambió su lugar natural, la derecha, para probarlo en la izquierda.

E. J. Castelao | Ciudad del Cabo 14/06/2010

Italia mira a Buffon

El portero es duda para los próximos partidos

La lesión en el nervio ciático que obligó al meta Gianluigi Buffon a abandonar el terreno
de juego en el descanso del partido contra Paraguay, en Ciudad del Cabo, puede
mantenerle apartado del equipo de Italia durante la primera fase,
según temen los médicos del conjunto de Marcelo Lippi.



La dolencia del portero del Juventus centró el regreso a la actividad del cuadro azzurri
tras su estreno en Sudáfrica 2010. A pesar de que tras el encuentro frente a Paraguay
la dolencia no parecía tener excesiva relevancia, como esperaba el propio
guardameta, los temores de los galenos italianos van en otra dirección.

A la espera de pruebas más precisas es casi segura la ausencia de Buffon en el encuentro
frente a Nueva Zelanda, el próximo domingo. Y es posible que también esté de baja cuatro
días después, en el choque frente a Eslovaquia, el último de la primera fase. El doctor de la
selección Enrico Castellaci señaló que la dolencia "tiene mal aspecto"
y precisó que Buffon padece "una dolencia ciática fuerte".

"Ahora no se puede precisar una fecha para su vuelta. Pero la falta de tiempo hacen temer
que no llegará a tiempo contra el domingo. Veremos para el siguiente, pero el partido
contra Eslovaquia también está en peligro para él", añadió. La selección italiana, mientras
tanto, retomó la actividad en el campo de entrenamiento de su lugar
de concentración. La sesión, suave para los titulares el lunes y
más intensa para el resto, estuvo marcada por el frío.

Zambrotta, Chiellini, Criscito, De Rossi, Montolivo, Pepe, Iaquinta y Gilardino no saltaron al
lugar del entrenamiento. Y de forma más liviana se ejercitaron Cannavaro y Pirlo, que
completaron su trabajo en el gimnasio, con Mauro Camoranesi. Después, el resto de
compañeros, los que no jugaron, disputaron un partido de entrenamiento con un equipo
local. La sesión concluyódespués de hora y media. En ella intervinieron el meta Marchetti,
que salió en la segunda mitad del choque ante Paraguay junto a jugadores como
Bonucci, Gattuso, Marchisio, Polombo, Quagliarella y Pazzini, completados con
algún jugador local. El miércoles el equipo retomará la actividad habitual para
iniciar la preparación para el choque frente a Nueva Zelanda, el próximo domingo.

EFE - Centurión - 15/06/2010

Claves del partido

La selección italiana busca reafirmarse como candidata al título y
como vigente campeona venciendo al rival más
sencillo del grupo, a priori, Nueva Zelanda.

Federico Marchetti se mantendrá en la portería ya que Buffon todavía
convalece de la dolencia ciática que le obligó a ser sustituido
en el descanso del partido frente a los paraguayos.

Para obtener el triunfo ante Nueva Zelanda, los italianos deberán de
ser capaces de hacer un fútbol más ambicioso que el mostrado ante
Paraguay para intentar encarrilar el encuentro antes del descanso.

1-1 con N. Zelanda

Italia no sabe no contesta

Smeltz adelantó a los 'kiwis' en
una jugada a balón parado

Iaquinta empató tras un polémico
penalti sobre De Rossi

Los de Lippi se la jugarán en el
último partido ante Eslovaquia

Ni siquiera en los planes de los ancestrales enemigos de Italia entraba un empate contra
Nueva Zelanda, y sin embargo anda tan extraño este Mundial, y tan mal la campeona del
mundo, que incluso se puede dar por contento. Es cierto que Italia fue mejor y que tuvo
muchas más ocasiones, pero si un disparo del jovencito Wood a falta de ocho minutos
hubiese lamido el palo pero por dentro ahora la cosa estaría mucho más fea.



Italia depende de sí misma, y esa es la única buena noticia que puede sacar del partido.
Por lo demás, no hay ningún motivo para sonreír en la 'azzurra', incapaz de hacerle más
de un gol a uno de los peores equipos del torneo. Deberá ganarle a Eslovaquia para no
pasar problemas, pues un empate no le garantiza nada, y le obligaría a mirar a lo que
suceda en el Paraguay-Nueva Zelanda, con los sudamericanos con un pie en octavos.
De hecho, descontadas Holanda y Argentina, ninguna de las grandes
va a ver la última jornada con tranquilidad. Menudo Mundial.

El gol de Smeltz en el minuto siete para Nueva Zelanda obligó a Italia a remar contracorriente.
Igual que ante Paraguay, estaba por debajo en el marcador. Igual que ante Paraguay, en
una jugada a balón parado. E igual que ante Paraguay, con una deficiente actuación de
Cannavaro, al que cada vez le son más evidentes las costuras. Es cierto que la jugada
admite dudas, muchísimas, pues da la impresión de que en un primer momento toca con
la cabeza el lateral derecho, Reid, y que el delantero está en fuera de juego.
Pero no hay una imagen nítida, y el árbitro dio el gol. No hay más que hablar.



Pudieron empatar los de Lippi en idéntica jugada, un balón parado buscando el punto de penalti,
al minuto siguiente, y desde ahí fue un constante acoso, con más coraje que fútbol, la verdad,
a la italiana, suficiente contra una selección horrible. Nueva Zelanda dejó llegar a la línea de
fondo, permitió los centros y en esos barullos se entregaba a la fortaleza de sus
centrales y a las manos extrañas de su portero, poco ortodoxo pero efectivo.

Montolivo lanzó al palo poco antes de que Smith cometiera un penalti estúpido sobre De Rossi
en el área chica. Lo transformó Iaquinta, y con una hora por delante todo el mundo dio por hecha
la victoria italiana. Al descanso se llegó con más sosiego, y a la vuelta Lippi quiso dinamizar a
los suyos metiendo a Camoranesi y a Di Natale, este por un espectro de Gilardino, que es quien
ha venido a este Mundial. El delantero del Udinese meneó las cosas cerca del área del rival, y
llegaron remates, más o menos claros, de Iaquinta, Zambrotta, Chiellini y el propio Di Natale,
resueltos casi siempre con la aparición inesperada de un pie, un muslo o una cadera.



Italia nunca se pone nerviosa por el avance del reloj, de modo que siempre confió en sí misma,
justo hasta que una jugada personal de Wood, un chico que juega en el West Bromwich inglés,
de apenas 18 años, le aguantó la tarascada a Cannavaro y remató junto al poste. Ahí sí, ahí se
aceleró Italia, incapaz en los últimos minutos de sacudirse la angustia
y obligada ahora a ganar, con lo poco que eso le gusta.

E. J. Castelao | Ciudad del Cabo 20/06/2010

Claves del partido

La selección italiana necesita ganar mañana a Eslovaquia
para no depender del resultado del encuentro
Nueva Zelanda-Paraguay en su camino para
alcanzar los octavos de final del Mundial.

Lo más probable es que Lippi mantenga el bloque con el que ha
contado hasta el momento, en el que apenas ha introducido
cambios con la excepción del portero Buffon,
sustituido por Federico Marchetti.

A Eslovaquia únicamente le vale ganar, puesto que un empate le
dejaría con dos puntos y al menos dos de sus tres
rivales del grupo tendrían tres en su casillero,
lo que supondría la eliminación.






3-2 ante un Eslovaquia sin complejos

Italia, fuera

De nada sirvió la atronadora carga final ni
el golazo de Quagliarella en el descuento

Horrorosa primer acto de los italianos y
errores infantiles de la zaga en la segunda

La campeona está fuera. Créanlo, es así. De nada sirvió la atronadora carga final ni
el golazo de Quagliarella en el descuento, porque el partido más apasionante de
Mundial fue también el último de Italia, que se despidió en la primera fase por
primera vez desde 1974. Más de 53.000 personas vibraron en Ellis Park con un
final sublime, la muerte más angustiosa de Italia, que rozó la heroicidad con un
remate postrero de Pepe. Tras 70 minutos de horror, mereció mejor suerte en
ese epílogo el equipo de Marcello Lippi, pero esta vez la fortuna sonrió a
Eslovaquia, que se llevó el pase a octavos con un doblete de Vittek (3-2).



Ese final salvó la cara al menos la cara de Italia, aferrada como siempre a la gesta,
al balón colgado, al último rebote. El juez de línea anuló un gol a Di Natale que habría
significado el 2-2. Ni siquiera se rindió la Nazionale con la vaselina de Kopunek.
Todavía faltaba el último aliento, los centros al área de Mucha y el amago de infarto
en la grada. Se escucharon por primera vez los gritos de ¡¡Italia, Italia!!, pero todo fue
en vano. Los eslovacos, un equipo del montón, con un puntito rupestre, manejaron
como pudieron la tiritona para conseguir el mayor hito de su brevísima historia.

No se dejó ganar el equipo de Vladimir Weiss, como había sugerido Umberto Bossi
en la previa. Nada de eso. Con Kucka y Hamsik de comandantes en la medular y la
velocidad de Jendrisek y Stoch, se hizo cargo de la situación durante tres cuartas
partes del partido. Fue creciendo hasta enseñorearse. Antes de la media hora se
puso por delante gracias a un derechazo cruzado de Vittek y en su área no sufrió
ni un rasguño. Porque la mejor ocasión italiana fue un cabezazo en
propia puerta de Skrtel en el minuto 40, a un palmo del larguero.



Italia no existió durante demasiado tiempo. Ni siquiera el día en que Lippi se decidió
por el tridente napolitano (Pepe, Iaquinta y Di Natale). Fue duro para todos, pero
especialmente para Montolivo, que se fue con el desastre escrito en el rostro.
Su incapacidad para ofrecer un hálito de fútbol y sus errores en el pase quedaron
aún más en evidencia con la salida de Pirlo, siempre idolatrado aunque aparezca
en muletas. El único arreón de casta azzurra coincidió con los primeros minutos
del '21' del Milan, pasada ya la hora de juego, cuando Skrtel
sacó bajo el larguero un remate de Quagliarella.

Cargaba como podía Italia y Stoch amenazaba con alguna salida rapidísima por la
derecha. Y en un córner, Hamsik metió un balón de gol para que Vittek igualara a
Higuaín en la tabla del Pichichi. Se frotaban los ojos los eslovacos, perdía tiempo
su portero y la hinchada 'azzurra' se desesperaba en la tribuna.
Nadie lo sabía por entonces, pero todavía quedaba lo mejor.



Por ejemplo, los centros de Pepe desde la derecha, los caracoleos de Di Natale y
la pifia de Chiellini, que regaló la opción del 3-1 con una pésima entrega a su portero.
Un gol en saque de banda, toda una ofensa para la Tricolore. Cuando todo parecía
muerto, la 'emboquillada' de Quagliarella, las respiraciones contenidas y el terrible
pitido final. Italia se marchaba del Mundial. Ellis Park asistía incrédulo
y los eslovacos daban una vuelta de honor con su bandera.

M. A. Herguedas | Johanesburgo 24/06/2010