Argentina 4-1 Corea del Sur

Victoria 4-1 ante Corea del Sur

Messi dirige, Higuaín ejecuta

Tres goles del delantero madridista, nuevo Pichichi

El billete para octavos, en el bolsillo de Maradona

Aún hay jerarquías en la Copa del Mundo, donde algunos, como Argentina, ganan
partidos como quien lava. Esta vez no fue sólo la pareja Messi-Tévez, sino que ayudaron
el infortunio de la defensa coreana y los tres goles de Higuaín, que se quitó de encima el
peso de la púrpura y aprovechó lo que el sábado había desperdiciado ente Nigeria.
Corea del Sur, un digno oponente, no acertó con una clara opción para el 2-2 y encajó
un severo castigo. Ahora deberá centrarse en ganar a Nigeria, porque el liderato
y el pase a octavos sólo pertenece a la selección de Maradona.



La tribuna baja era pura albiceleste, en una esquina Maradona compartía pancarta con el
Che y la hierba se coloreaba con globos y papelitos. Así que cuando Diego se gustó con
la espuela en la zona técnica fue como retroceder 24 años en el tiempo, como esa victoria
en México DF (3-1) con dos goles de Valdano. Esta vez, quede dicho, no hubo artes
marciales (19 faltas cada equipo) sino un pequeño ejercicio de autoridad argentino, que
ha sumado a su dúo letal un goleador mayúsculo como el Pipa. Dos cabezazos y un pase
a la red justo en el sitio bastaron al madridista para ganarse un respeto en Sudáfrica,
donde ya encabeza la tabla de anotadores. Su poderío dejó a Corea en el estupor,
castigada sin postre tras un partido la mar de aceptable, aunque con fallos
en las dos áreas. Y eso, ante Argentina, se paga demasiado caro.

Llovieron balones sobre el área de Jung Sung-Ryong y a la media hora ya se habían
traducido en dos goles, ambos desde la izquierda, tras una falta lateral de Messi desviada
a la red por la espinilla de Park Chu-Young y tras un cabezazo de Higuaín en el
segundo palo. Dos cachetazos a la línea de flotación coreana, que sólo
había amagado con el propio Chu-Young desde la larga distancia.



Argentina, entonces, guardó la ropa y se puso a tocar con excesivas cautelas. Sólo se
acercó con una maravillosa invención de Messi, dos quiebros con la cintura y una vaselina
rozando el poste. Un fogonazo entre la pereza. Rondaba el balón por el área de Romero,
caía el telón para dar paso el descanso, cuando Demichelis
entró en letargo para ofrecer el 2-1 a Lee Chung-Yong.

Maradona reiteró las consignas en el vestuario, aunque su gente mantenía demasiadas
confianzas. Corea intentaba crecer en torno a Park Ji-Sung, capitán para todo, y Kim Nam-Il,
su nuevo mediocentro. Incluso desestimó una estupenda ocasión para nivelar
el luminoso en el minuto 73, con una fulgurante llegada por la
izquierda y un fallo de Yeom Ki Hun ante Romero.



Ahí se esfumaron sus sueños. Debutó Agüero y en la siguiente jugada ya enlazó con Messi.
El zurdazo del '10' besó la madera e Higuaín, siempre apareciendo por la espalda, se
encargó del resto. Un pestañeo después completó el tercero con otro testarazo, esta
vez cruzado, con su habitual picardía. El Pipita viajó para eso, para pelear
y aprovechar lo que le dejen. Como siempre ha sucedido en su carrera.
M. A. Herguedas| Johanesburgo 17/06/2010