Alemania 4-1 Inglaterra

Alemania 4-Inglaterra 1

Goleada y ceguera arbitral

Vea y opine: Un gol 'fantasma' de Lampard no fue
concedido por el árbitro. Hubiese sido el 2-2

Las contras finalizadas por Müller acabaron
por enterrar a los ingleses

Nefasto partido de la zaga inglesa y
Rooney que se marcha sin marcar

Llegaba Thomas Müller, zancada larga, cabeza erguida, pura delica sólo mirarle. Había
espacio por la derecha y se venía Müller, una vez y otra, con las ensoñaciones propias
de sus 20 años. Flotaba Müller, la nueva estrella del Mundial de Sudáfrica, y Alemania
se confirmaba como favorita al título en el Free Stadium de Bloemfontein, donde
40.510 afortunados disfrutaron como nunca del gran clásico europeo (4-1). Un partido
engalanado también por Inglaterra, que se vio perdida y reaccionó como sólo ella sabe,
con una furia sólo aplacada por un juez de línea uruguayo, que 44 años después del
gol de Geoff Hurst, devolvió la moneda a los alemanes. Fue gol, pero también la
ceguera arbitral de Jorge Larrionda pasa a los libros de historia.
El fútbol, como la vida, siempre da revancha.



Tardó casi 10 minutos en abandonar la hierba Joachim Löw, que iba a reventar de orgullo
en la americana. Cuatro años después, su Alemania había completado una verdadera obra
maestra. Un partido impecable de punta a cabo, una goleada ante el rival histórico y una
actuación para el recuerdo de su nueva generación de talentos. Con fútbol rápido y preciso,
desde el pelotazo del portero, autor de la asistencia en el 1-0, hasta las fantasías de Müller
y Özil, sus dos estandartes, que completaron la goleada. Alemania ya no es sólo producción
en cadena ni industria pesada. Ahora hay unos muchachos que juegan como quien lava.
Tocan en corto y salen como balas. Todo para borrar del mapa a la Ingleterra
de Capello, brava por momentos, pero siempre a remolque.



Hubo demasiado que contar en Bloemfontein como para reducirlo en un resultado o en
una goleada. La gran noticia en la primaveral tarde sudafricana fue el propio prodigio del
fútbol, las alternativas y el vértigo constante. La propia delicia del juego tras demasiado
plomo en las entrañas. Tres semanas con el aburrimiento holandés y el abortado despegue
de España. Tres semanas sin Cristiano y tres semanas sin Italia. Tres semanas para que
Europa redujera sus fronteras a un rectángulo con el gran clásico. El Mundial, que no sólo
es Brasil y Argetina, se hizo al fin grande en Bleomfontein, gracias a un tipo
llamado Müller y a una selección que responde por Alemania.



Inglaterra fue un desastre en cadena defensivamente. Descosida. Müller y Podolski, las dos
alas alemanas, no se cansaron de hurgar. Incendio y fuego porque cada llegada de segunda
línea fue un boquete. El primero, cuando Terry se comió el bote del jabulani con costuras y
todo tras un saque en largo del portero Neuer. Y por allí pululaba Klose, todo potencia y
velocidad, que se lanzó como galgo a por la liebre a por un balón en el que
estuvo más listo, más rápido y mas fuerte que Upson para superar
con un hábil toque a 'Calamity James'. La primera, por la espalda.

AGENCIAS 27/06/2010