SEMIS Uruguay 2-3 Holanda.- Holanda ya espera en la final

Holanda ya espera en la final

Robben, Sneijder y Van der Vaart no son la Santísima Trinidad. Y aunque lo fueran,
los holandeses, que no quieren saber nada de religión, ni se darían por enterados.
Robben, Sneijder y Van der Vaart, que compartieron el vestuario del irrealmandril,
quieren ganar ahora la Copa del Mundo en Sudáfrica. De momento, el domingo
jugarán la final en Johanesburgo, que tiene alguna iglesia anglicana, pero donde
se lleva más el rito zulú. Los holandeses, tan laicos ellos en su psicodelia naranja,
deberían poner un altarcito a Robben, Sneijder y Van der Vaart, porque ellos tres,
una vez más, protagonizaron la victoria ante la valerosa Uruguay, que
se despidió del Mundial dignificando el noble arte del fútbol.



Holanda tan tolerante, tan abierta de mente, debería encender unas velas a los chicos
que le sacaron de un buen lío en el Green Point. Un duelo bastante mediocre, definido
tras el descanso con la incorporación de Van der Vaart, incrustado en la zona de tres
cuartos, donde se ha ganado cierta reputación en el Bernabéu. Andaba el partido
metido en el sitio que quería Uruguay cuando apareció Rafael, con su puntito de
sangre de chiclanera, para esparcir la sal y la gracia que le faltaba a
la frígida Holanda. En Rotterdam y La Haya no saben dar palmas
por bulerías como en Cádiz, pero lo celebrarán toda la noche.



Se quedaron un buen rato en la tribuna, con sus pelucas, sus banderas tricolores,
honrando a la Familia Real y toda su parentela. Lo habían pasado mal en el primer
tiempo, pero todo se despejó con un simple cambio tras el descanso. Se marchó
De Zeeuw y entró el bueno de Van der Vaart, que no es un genio, pero sabe asociarse
con los que llevan su misma camiseta. Fundamentalmente, con Robben y Sneijder,
autores de los goles, decisivos una vez más. No le servirá de escarmiento
Bert Van Maarwijk, empecinado en el doble pivote junto a Van Bommel,
aunque una vez más quedó palpable que Holanda es
mucho más cuando se libera del corsé.



La falta de codicia pudo costar muy cara ante Uruguay, todo un orgullo para el fútbol
y para este Mundial. Sin calidad para presentar batalla, se hicieron valer como sólo
saben ellos. Claro que tuvo redaños La Celeste. Y casta torera, aunque no hayan
visto un 'victorino' ni en los 'afiches'. Porque en este fútbol de depilaciones y mejunjes
también cuenta la cuestión hormonal. A la media hora, Uruguay, que andaba hecho
unos zorros tras el golazo de Van Bronckhorst, se fue a dar un tiento a la coqueta y
peripuesta Holanda, bella y nada ambiciosa. Metió la pierna, un recurso tan viejo
como el fútbol, y dio la vuelta a la tortilla. Empató Forlán y empezó
un partido nuevo. No se oyó ningún grito, aunque Schiaffino,
Varela y Máspoli soltaban sus vozarrones desde ahí arriba.



Pudo ser otro Maracanazo para los charrúas, limitados, batalladores y orgullosos.
Arrancaron con demasiado respeto y temblaron con las primeras arrancadas de Robben.
El zurdazo a la escudra de Van Bronckhorst al cuarto de hora amenazó su ruina. Pero
para acabar con este equipo se necesita mucho más de lo que ofreció Holanda. Así
que Maxi Pereira sacó del campo a Robben con una tijera y Cáceres
marcó los cordones de la bota en la cara de De Zeeuw. Un par
de pataditas después, Uruguay se sentía capaz de todo.



Arévalo ayudaba siempre a los centrales, Cavani se dejaba los pulmones en cada sprint
y Forlán andaba masticando algo. No le llegó ni un solo balón en condiciones hasta que
se fabricó por sí mismo el empate. Tras la pausa, prosiguió el sueño, con un libre directo
del Cacha y un intento de vaselina de Álvaro Pereira sacado bajo palos para
Van Bronckhorst. Sin embargo, por allí ya caracoleaba Van der Vaart con su duende
gaditano. En tres minutos, un afortunado remate de Sneijder y un cabezazo
de Robben, certificaron la defunción uruguaya. Se marchó Forlán
ovacionado, pero los que les daban por muertos...



Maxi Pereira descontó en el alargue y se sintió el agobio en un par de balones colgados.
Ganó Holanda, que en gloria tenga por siempre a Robben, Sneijder y Van der Vaart.
Pero todo lo bueno y lo malo lo puso el rival. Uruguay, no más, se escuchará en
Montevideo. Dicen que sale del alma y que se enteran hasta los ratones de Buenos Aires.

M.A. Herguedas | Ciudad del Cabo 06/07/2010