El Atlético renace de la mano del Kun

Doblete del argentino ante el Depor (2-0)

El Atlético renace de la mano del Kun

* El argentino, superlativo de principio a fin,
eleva el rango de su equipo

* Buenas aportaciones de Raúl García y de
Domínguez, de nuevo en el once local

* El Deportivo, superado desde el inicio, fue
incapaz de crear peligro a De Gea



A poco que le ayudaran, el Kun Agüero colocaría al Atlético por las nubes. Ante un Deportivo que
venía lanzado, recuperando su ruinoso inicio de curso, el equipo madrileño bailó al ritmo de cumbia
de su colosal delantero argentino y sacó de sobra el examen. Después de tres derrotas
consecutivas, ocho goles en contra y la virtual eliminación en Europa, se dio un respiro
con dos goles de su superdotado hincha de Independiente.

No le hacen falta a Agüero mayores incentivos -como el título del Rojo en la Copa Sudamericana o su
casi concluida renovación por el Atlético- para mostrarse majestuoso con el balón y sin él. En estos
momentos proyecta un poderío físico abrumador, el que le permite cerrar el partido en el partido con
una larga conducción individual, más un cambio de ritmo brutal, idéntico al de la
primera jugada del partido cuando Aranzubia cometió un claro penalti
y se libró de la expulsión por pura beneficencia arbitral.

Aranzubia 2 Forlan 0

Forlán lanzó el penalti con fuerza y ajustada direccción, pero al alcance de un bravo Aranzubia, que lo
paró a ley. Pero el equipo no paró de echarle carbón a la locomotora del Kun. A los siete minutos
festejaba tras jugada monumental en la banda derecha. Partió en posición dudosa, aparentemente en
línea con la muy adelantada zaga del Deportivo, burló a tres defensas con acelerones
y quiebros hasta colocarse el balón en el pie izquierdo, a tres metros
de la portería, y ponerlo dentro muy cerca de la base del palo.

A partir de ese momento, cuando el joven lateral izquierdo del Depor, Seoane,
veía a Agüero con la pelota en los pies se echaba a temblar.

Aranzubia ratificó su condición de gran portero con otra sublime intervención tras el lanzamiento libre
directo, también perfecto, de Forlán. Voló hasta el límite de lo humano, rozó el balón y éste fue a un
palo antes de escaparse de las redes. El uruguayo, desesperado, no se hundió.
Siguió trabajando y asociándose. Aunque en este punto de la temporada
no tiene el tacto fino que caracteriza al hombre de las dos 'Botas de Oro'.

El Atlético merecía a la media hora más que el escurrido 1-0. El Deportivo iba a la deriva, sin control
en el centro del campo y posesiones más largas que las del Atlético, pero improductivas. Ni llegadas
al área, ni remates, ni nada que ejercitara a De Gea, protegido esta vez por Domínquez, revitalizado
por Quique en la plaza de titular en perjuicio de Godín. Lassad, al que Lotina había titularizado,
apenas apareció en un ataque gallego en el que solo los desmarques de Saúl llamaron la atención.
El Deportivo desapareció con su defensa cercana a la divisoria frente un Atlético que
se negaba a encajar otra ristra de goles y montaba unos contraataques verticales
con los que siempre sorprendió a los deportivistas a contrapié.

Culminación y declive

El Kun picó de nuevo el cesto de Aranzubia, esta vez con la derecha, tras una jugada colectiva
valiosa para el Atlético que quiere volver a entrar en la 'zona champions'. Raúl García, nuevo en la
titularidad tras muchas semanas, adornó su brillante reaparición con un pase maestro
al impecable Agüero, que le enseñó al portero del Depor otra forma de
rematar precisa y lujosa con el exterior del pie, con engaño y gusto.


Lotina deshizo su defensa de cinco para introducir a Juan Domínguez en su centro del campo con
la pretensión de ganar la pelota y darle la vuelta al partido, pero el efecto duró no más de 10 minutos.
Sin hacer nada de otro mundocasi nada bien en este periodo, a la contra, el Atlético capeó sin el
más mínimo temblor el nuevo impulso del Deportivo y dejó que pasara el tiempo,
lo que impacientó un tanto a la grada, reacia a perdonar tan
fácilmente los últimos fracasos con una faena de aliño.

Cuando el encefalograma del encuentro amenazaba con certificar su muerte, llegaron los cambios
y el Atlético se reanimó. Al Deportivo, las sustituciones no le sirvieron para mucho más. Entró
Valerón y casi le regala un gol a Fran Mérida para después no levantar cabeza ni volver ni a tocar
la pelota. El único que no paró la máquina en ningún momento fue Agüero, perseguidor
infatigable de un 'hat-trick' que los hados le negaron, cicateros.

F. Llamas | Madrid 12/12/2010
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