Año I después del Kun

Año I después del Kun



Habrá que acostumbrarse a la maldición del cajón sin su ropa; habrá que
acostumbrarse a goles de saldo y saque de esquina; habrá que acostumbrarse
a verle pasar del brazo de otra mujer. ¿Con quién quedar cuando te abandonan,
qué hacer, adónde ir, con qué ilusionarse? Al año de tres orgiásticas noches de
bodas (Uefa, Copa, Supercopa), somos poca mujer para el argentino...

Toda separación desencadena estragos, catástrofes que ni siquiera son
cuantificables en el espacio y el tiempo. El Kun se va, se le acabó el amor. Su
huida por las bravas (y con malos modos hacia gente que le ha tratado como a
un hijo, veáse, Emilio Gutiérrez) abre una fosa mariana de la que podría ser
imposible salir en lustros. Más si el argentino recala en el lado fácil de la vida,
enfrente de El Corte Inglés de Nuevos Ministerios. Al caso de Figo hay que
remitirse y cómo sumergió al Barça de Gaspart en una espiral autodestructiva.
El año I después de Aguero puede quedar como el apocalipsis, la calcinación,
el napalm que deje el césped del Calderón como cráter lunar y con un equipo
tejido para no descender. El éxodo de Torres era más esperado. Y se fue al
Liverpool, una orden de alejamiento autoimpuesta para
no hacer daño a efectos emocionales.

Lo paradójico es que hace apenas un mes Agüero prolongaba su compromiso
en el Foro Marca. Se escenificaba la ceremonia de la confusión: te bajo la
cláusula y te quedas más tiempo. El Atleti es el único club del mundo que lo
celebra y convoca a la prensa, entre risas y palabras grandilocuentes. La
zanahoria de la Peineta, de un equipo competitivo, del sueldazo de 6 millones
al año no han valido para retener más en casa a una estrella de otros planetas.
Con su portazo, Cerezo y Gil Marín quedan en una situación calamitosa.
Y aunque hagan caja, se traerán al peso baratijas de mil colores.
Jodido Atleti. Para muchos rojiblancos, el cacareado fin
del mundo ha marrado por apenas tres días.

Todo ser humano pretende que los seres queridos mueran de viejos y en su
cama, rodeados de los suyos y aferrados a una mano cercana. Los ilusos
aficionados fantasean con que sus estrellas se retiren en el respectivo club,
no hagan daño con una marcha prematura al enemigo y reciban su partido
homenaje en una despedida emotiva y sin daños colaterales ni a largo plazo.
Adiós Kun, lárgate rápido pirata para que no nos veas llorar. Dejas grandiosos
recuerdos, un adiós inconsolable y unos estragos aún por cuantificar.

Blogiblanco 24 MAY 2011
J. Caballero elmundo.es