Algún 'meneo', el DNI por delante, la maleta en el suelo

Algún 'meneo', el DNI por delante, la maleta en el suelo

El Atlético llega a Bucarest tras un viaje
largo y una llegada curiosa



Con algún meneo más del deseable, aterrizó el Atlético en Bucarest a las
21.05 hora española, que aquí es una más, noche cerrada, el tiempo justo
para bajarse del avión, coger el autobús y llegar al Hotel Intercontinental,
un edificio enorme en pleno centro de la ciudad, cenar y dormir. Un momento.
¿Bajarse del avión? No, no fue tan fácil en el aeropuerto de Baneasa, el
pequeño de Bucarest, un sitio donde primero había que enseñar el
DNI antes de tocar la escalerilla para bajar, y donde
las maletas esperaban en el suelo junto al avión.

Eso sí, los jugadores, incrédulos, bajaron primero. Situación divertida para
ellos, menos para los no comunitarios que vieron cómo el trámite se
enredaba más de la cuenta por la falta del sello pertinente. Y sobre todo
para Arda Turan, que llegó a dar por perdido su pasaporte hasta
que apareció su amigo Ata con el documento bien custodiado.

No fue fácil distinguir las maletas, dicho queda, era noche cerrada, pero
bueno, al final, más de media hora después de tomar tierra, los futbolistas
se subieron a su autobús y se marcharon al hotel. El resto de la expedición,
familiares y periodistas, tardó un rato más, pero eso no interesa. Lo que
cuenta es que Simeone y sus muchachos ya descansaron
este lunes en una ciudad que vive por y para la final.

Todo después de una larga espera en Barajas, pues el vuelo se retrasó 40
minutos. Menos mal que para hacer más amena la espera estaba Luis, un
taxista 'rollo Torrente' que, sin avisar, abrió las puertas de su coche y puso
a todo trapo el himno del 'Atleti', que así es como se dice, caramba. Eso
fue poco antes de que llegaran los jugadores, todos tan monos, con su traje
negro, camisa blanca y corbata negra, aunque lo que llevaba Salvio en el
cuello no se sabe muy bien lo que era, tremendo el nudo del argentino,
y lo de Diego, con unas deportivas en los pies, recordaba
demasiado a la peor época de Emilio Aragón.

Por cierto, corre el rumor de que este Atlético no se parece en nada al que
levantó este trofeo hace dos años en Hamburgo. Es verdad, pero sólo a
medias. En el equipo, cierto, sólo permanecen Antonio López, Perea, Salvio
y Domínguez -ninguno de ellos, seguramente, titular el miércoles-, pero, por
ejemplo, el avión sí es el mismo (con dos años más y los correspondientes
'arreglos' de silicona en las puertas, pero el mismo). Milagros Díaz, que así
se llama, es el Boeing 757 que llevó al Atlético a Hamburgo y el mismo en
el que regresó la selección española con el trofeo de la Eurocopa en 2008.
Está mayor el pobre avión, pero todavía aguanta el tirón de los 175
pasajeros que volvieron locas a las azafatas, un cubata por aquí, unas
galletas por allá, me echas azúcar en el yogur, me das otra
copa de vino... sorteando las muchachas a un montón
de gente que iba de pie, como en el metro.

En la parte delantera del avión, como siempre, los muchachos que mueven
todo esto. Apenas se dejaron ver Gabi, que fue a recoger a su hijo,
guapísimo por cierto -el hijo, no él- y Mario Suárez, también con algunos
familiares en este primer vuelo, un trayecto de más de tres horas a 1.000
kilómetros por hora, pasando, sin parar claro, por Barcelona, Marsella -aquí
algunas turbulencias le sacaron una sonrisa nerviosa a Juanfran- Milan,
Zagreb y, finalmente, Bucarest. No es que se viera, pero como
lo dijo el comandante, que además deseó "toda la suerte
del mundo" al Atlético, pues escrito queda.

E. J. Castelao | Bucarest
07/05/2012 elmundo.es