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El magnetismo de Óliver Torres

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Mensaje por 1903 Mar 21 Ago - 1:49

El magnetismo de Óliver Torres

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El Atlético trata de frenar la euforia que rodea
al joven futbolista, quinto en la venta de
camisetas del club y toda una ilusión
para la hinchada rojiblanca

El técnico Simeone le soltó una colleja paternal, de esas que se notan pero que no
duelen, de esas que llevan un mensaje implícito –“bienvenido a Primera”, le vino a
decir- y que no se olvidan. Aceptó el cazo de buen grado Óliver Torres (Navalmoral
de la Mata, Cáceres; 1994), sobre todo porque tenía la cabeza y la vista en el
césped del Ciutat de València, campo del Levante; donde debutó este domingo
en la Liga. La parte de grada rojiblanca, Twitter y los foros atléticos bulleron
entonces de algarabía, desmedidos en los elogios y en cómo reverberará al equipo
este irreverente futbolista, el noveno más joven en debutar con la elástica rojiblanca.
“Nos ha sorprendido porque no esperábamos que llegara tan pronto”, reconocen
desde el club. Se estrenó con 17 años y 283 días y el precedente, más que nada
en cuanto a la ilusión que contagia porque la situación deportiva es contraria, es
Fernando Torres, que lo hizo con 17 años y 68 días. Oli –como se le conoce en el
vestuario y nombre que le viene porque su hermano mayor era un apasionado de
los dibujos Oliver & Benji- ni siquiera se había calzado las botas en un partido
oficial antes del Levante, pero ya engancha sobremanera, hasta el punto de que
es el quinto que más camisetas vende en la tienda oficial, solo superado por
Falcao, Adrián, Arda Turan y Juanfran. Tiene el futuro a sus pies, en sus pies.

La irrupción de Óliver, tan necesaria porque se marchó del equipo el trescuartista
de mayor ingenio (Diego) como efervescente porque el curso anterior siempre
estuvo en el juvenil División de Honor, constata la predisposición del Cholo a
mimar la cantera. “Tendrá ficha del filial porque hay que ir poco a poco, no hay
que agobiarlo”, explicó en su día; “pero traigo un informe para el que tenga dudas
de si tengo miedo de poner a un chico joven. En total, fueron unos 25 los que hice
debutar. A Óliver no lo apuren; es un jugador exquisito y ojalá que podamos llevarlo
con tranquilidad para que, en el momento que nos sirva, nos pueda echar una mano”.
Pero que el curso pasado jugara en División de Honor ha sido un problema para el
club, que no lo pudo inscribir en la Supercopa ni en la primera fase de la Liga Europa;
resulta que la normativa UEFA exige que el futbolista menor de edad sume
dos cursos en equipos afiliados o en el filial para ser europeo.

Al que nunca le importó su condición de juvenil, sin embargo, fue al seleccionador de
España sub-19, Julen Lopetegui, que siempre contó con Oli en la fase de clasificación
del Europeo, en la Copa Atlántico –fue escogido el mejor jugador del torneo, también
conquistado- y en el mismo Europeo, laurel de oro tras una final de lo más disputada
frente a Grecia. “Si ha sido indiscutible en el equipo”, cuenta Lopetegui; “es porque
se lo ha ganado”. Ver jugar a Óliver, en cualquier caso, suele ser un amor a primera
vista, como ocurrió con Simeone. En un partido del juvenil contra el primer equipo,
paró el juego y soltó: “Oli, ponte con nosotros”. Horas después, era convocado con
para viajar a Sevilla, para medirse con el Betis. Aunque no jugó, consideró el jugador
que era una “experiencia única”. Más o menos lo que piensan los técnicos de su fútbol.
“Es un centrocampista que entiende muy bien el juego y que tiene mucha calidad
técnica, aunque no se desentiende de la fase sin balón. Te trasmite sensación de
querer ser siempre mejor y, como tiene la cabeza muy bien amueblada, parece que
seguirá así”, analiza Lopetegui. Y desvela, quizá, su secreto: “Tiene unas piernas
mucho más fuertes de lo que parece, un tren inferior espléndido que utiliza para
guardar la pelota al tiempo que piensa en la siguiente decisión que tomar. Son
pocos lo que aguantan las entradas y escogen bien la siguiente acción”.

Capital también en el Europeo sub-19, al futbolista le llegaron ofertas suculentas. No
ha sido raro ver a Martin Ferguson –hermano de Sir Alex y ojeador del Manchester
United- por el Cerro del Espino como tampoco extrañó que el Chelsea tanteara al
Atlético por el futbolista. Saltaron las alarmas en el club, que reaccionó extendiéndole
un contrato, ampliándolo hasta 2017 y con una cláusula de 24 millones. “No me he ido”,
convino entonces Óliver; “porque mi sueño siempre ha sido el de triunfar en el Atlético”.
El Cholo le dio la tentativa el domingo, durante media hora. Aunque erró en los dos
primeros pases, después se mostró como siempre hace, repartió juego y trató de
enlazar con Falcao. “Estaba nervioso, espero hacer mejores partidos”, señaló el
jugador en su cuenta de Twitter, al tiempo que felicitaba a Kader, que también se
estrenó con el equipo en Primera. Era su noche, sobre todo porque siempre quiso
ser futbolista; a los 12 años se marchó a Barcelona, a la Fundació Marcet, pero duró
poco porque se pasaba las noches llorando. Luego, a los 13, ya recaló en el Atlético.
Y ahora, que vive con su hermana –está con él para cuidarle en lo posible- en un piso
en Alcorcón, es el futbolista con tirón, como en su día lo fue El Niño o De Gea.

“La afición quiere tener un icono. Y si es de la cantera mucho mejor”, explica Adelardo
Rodríguez, futbolista con más partidos (511) con el Atlético, en la década de los años
60 y 70. Pero, un tanto crítico, corrige: “Óliver tiene condiciones, mucha calidad y
todo para triunfar. Pero creo que no se le puede forzar. Es mejor sacarle cuando el
equipo gana, en otras condiciones. Le están intentando hacer salvador antes que
futbolista”. Lopetegui, sin embargo, solo hace la lectura positiva: “Estamos encantados
de que juegue en Primera. Eso solo acelera su progresión”. Aunque admite: “Pero
tranquilidad y paciencia”. Ignacio Camacho, jugador del Málaga que debutó con el
Atlético en la Liga cuando apenas contaba con 18 años, considera que nunca es
pronto: “Si te llama el fútbol, no se puede desaprovechar”, explica; “es verdad que hay
que llevarlo bien y es peligroso porque te puedes apalancar y creerte más de lo que
eres”. Y añade: “Es un cambio tremendo pasar del filial [Óliver llega del División de
Honor] a Primera, pero es lo máximo. Si bien se nota la presión de la gente, sobre
todo la del Atlético, eso te ayuda a crecer y madurar”. Eso, de todas formas, no
preocupa en el Atlético; siempre recuerdan lo que les dijo a los técnicos nada más
llegar, cuando apenas se alzaba metro y medio: “Quiero ser algo en el fútbol para
ayudar a mi familia, para que mi madre no trabaje”. Está a un paso.

J. QUIXANO - Madrid
21 AGO 2012 elpais.com
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