Injustos con Manzano

Injustos con Manzano

Desde el anuncio de la llegada de Gregorio Manzano al Atlético de Madrid se han sucedido
numerosas opiniones, no sólo contrarias a su vuelta, sino que ponen en cuestión su capacidad
como entrenador. Lo segundo me parece especialmente injusto con un técnico solvente, algo
que ha acreditado en su paso por numerosos equipos de Primera. El Atlético, y su afición,
deberían ser más autocríticos con la propia dinámica de su club antes que con los
profesionales que, en muchos casos, ha hecho peores en los últimos años.

Manzano llegó al Atlético, en su primera etapa, en un tiempo en el que el equipo buscaba
reubicarse en la máxima categoría tras un año en segunda. Había ascendido con Luis Aragonés,
pero en la siguiente temporada concluyó por debajo de la media tabla, duodécimo. Con el
jienense acabó séptimo, como esta temporada, y se quedó a un gol de no volver a Europa, a la
UEFA en este caso. Es cierto que el final fue malo, después de algunas expectativas levantadas
durante buena parte de la temporada, en la que Mazano dijo aquello de que
le gustaría volver a oír "la musiquilla" de la Champions en el Calderón.

El Atlético, en realidad, se encontraba en un proceso de reconstrucción que todavía no ha concluido,
aunque alcanzó, de nuevo, la Champions de la mano de Javier Aguirre un tiempo después. En ese
trayecto, más de un rector del Atlético llegó a la conclusión que fue precipitado prescindir de los
servicios de Manzano. Lo peor, sin embargo, no es eso, sino la certeza de
que la decisión se tomó por un gol. Eso no es planificación.

Este curso ha acabado todavía peor: en el mismo puesto, pero emitiendo malísimos mensajes.
Se marcha el Quique Sánchez Flores, enfrentado a Forlán, y lo hacen las dos grandes estrellas,
Kun Agüero y De Gea. Nadie quiere seguir en el Atlético, es la conclusión, algo que afecta
directamente a la autoestima del equipo y sus aficionados. El distanciamiento entre sus gestores,
Miguel Ángel Gil y Enrique Cerezo parece mayor que nunca, y se ha visualizado en la descoordinación
de ciertas declaraciones y hasta en la apuesta por los técnicos. El resultado ha sido que, debido al
proceder del propio club, a las apuestas personales de sus dirigentes, se ha dado la sensación de que
Manzano llega como consecuencia de un descarte, tras Luis Enrique y Joaquín Caparrós, en lugar de
como una apuesta. No hay peor mensaje para un vestuario, porque los futbolistas detectan
rápidamente la debilidad de la autoridad, extraviada en el Atlético. Si no la
define con claridad, de la cúpula a la caseta, nada cambiará.

Libre directo - O. Súarez
10 JUN 2011elmundo.es