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La herencia de Mussolini

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Mensaje por ATLETISOY Jue 16 Feb - 6:50

La herencia de Mussolini

El grupo radical 'Irriducibili', nacido en 1987, ha
acompañado al Lazio y definido el carácter
fascista y antisemita del club romano

La herencia de Mussolini Dicaniojpg

"Negro bastardo, los hinchas del Lazio te odian", escribió uno.
"Eres un mono enorme", añadió otro. Estos fueron los mensajes que
recibió el delantero Djibril Cissé en su cuenta de twitter por parte de dos
tifosi, poco después de que se marchara al QPR londinense. Los insultos
llegaron de dos individuos aislados, tan tachados por la sociedad como
aplaudidos por los Irriducibili, el grupo radical y ultraderechista del club
romano. Fue, en cualquier caso, un recordatorio de que en el Lazio -que
se bate hoy con el Atlético (19.05. Cuatro) en la ida de los dieciseisavos
de la Liga Europa- sigue latente el caldo de cultivo fascista. Una herencia
que nació el 6 de octubre de 1929, el día que Benito Mussolini se hizo
socio del club al pagar una cuota de membresía de 1.000 liras. "El racismo
nos da asco, forza Lazio es nuestro cántico", entona el Olímpico. No así la
curva norte, donde se ubican los ultras, donde los episodios fascistas y
antisemitas, por repetidos y alarmantes, han cosido la etiqueta negra
del club. Algo que choca con la idea fundacional de la entidad.

Oficial en la Guerra Italo-Abisinia, Luigi Bigiarelli -atleta y fundador del club-
rechazó desde 1896 la violencia y encontró en el atletismo la paz que ansiaba.
Todo empezó cuando le negaron la participación en la carrera Giro di Castel
Giubileo porque necesitaba estar inscrito en una sociedad. "¿Por qué no
creamos una?", preguntó a sus cuatro amigos. Días después, el 9 de enero de
1900 nació el Lazio, de color azul claro y blanco en honor a los JJOO de Grecia.
Un grupo que defendía la fraternidad y universalidad. Unos
años más tarde llegó Mussolini y tras él, el fascismo.

Fue el Duce el que contagió el grito de "¡Boia chi molla!" ["verdugo el que abandone
la lucha"] que todavía se escucha en el Olímpico cuando se miden al Roma y al
comunista Livorno. Un rugido acuñado en los Fasci di Combattimento, núcleo del
Partido Nacional Fascista de Mussolini. Todo eso lo absorbió Giorgio Chinaglia,
el siguiente héroe lazial, de 1969 a 1976. Apodado Giorgio Long John, nombre
del pirata Longh John River de la Isla del tesoro de Stevenson, Chinaglia fue
delantero de Italia en Alemania-74, segunda línea de rugby, presidente del Lazio,
Cosmos y Ferencváros, cantante, entrenador, representante...
Pero sobre todo fue y es fascista y laziale.

Como explica Guy Chiappaventi en Pistole y palloni, jugó en un Lazio triunfal y
polémico, donde el vestuario estaba dividido en dos -"o con Chinaglia o con
Gigi Martini"-, y donde llevar pistola era una obligación. Pero Long John se
ganó a la afición porque en los derbis celebraba los goles bajo el manto
colérico de los hinchas del Roma. De paso, forjó un vínculo perenne con los
cuatro fundadores de los Comandos Monteverde Lazio-74, otro grupo de
hinchas del Lazio. Tanto es así, que en 2006 les convenció para amenazar a
las esposas de los directivos para que le vendieran el club con una empresa
falsa. Aunque John ya fue presidente del Lazio en 1983 y lo descendió,
la afición estuvo meses pidiendo su regreso. Es la grada que
dejó en herencia Mussolini, la de la extrema derecha.

Por eso no extrañó que en 1992, después de que el Lazio venciera al Roma,
la grada devolviera la camiseta que les regaló a pie de campo Aaron Winter,
el primer jugador negro en la historia del club, además de judío. Tampoco chirrió
en el derbi de 1998 una pancarta en la que rezaba: "Auschwitz es vuestra patria;
los hornos, vuestras casas". En 2000, la grada defendía a Mihajlovic, un ídolo
por su ideología xenófoba y fascista. Y en 2001, cuando el Roma
ganó la Liga, se leyó: "Equipo de negros, grada de hebreos".

También una mañana de 2001, las calles de Roma amanecieron con numerosas
pintadas racistas. "Liverani, sucio negro". Resulta que el club había fichado al
segundo jugador negro en su historia. Pero, caprichosa la grada, no todos
fueron vilipendiados. A Verón, que tiene tatuado a Che Guevara y siempre
fue adorado. Pero los ultras, que en duelos claves pueden llegar a 6.000,
siempre prefirieron el tatuaje con la efigie de Mussolini que llevaba Di Canio
que con 20 años, su primer gol en un derbi bajo la afición del Roma, al más
puro estilo de Chinaglia. A los 36, cuando regresó, no racaneó en saludos
romanos, tipo Mussolini. Ahora, Konko, Diakité y Makinwa, jugadores negros
del equipo, no reciben insultos. Pero a Klose sí que le mostraron una pancarta
en la que se leía "Klos mit uns", en referencia al eslogan militar utilizado por
los nazis Gott mit uns (Dios con nosotros). "La política debe quedarse fuera
del estadio", respondió Klose. Sus goles le perdonan. Algo que no
ha ocurrido con frecuencia en el Olímpico desde ese 6 de
octubre de 1929, cuando Mussolini pagó 1.000 liras.

J. QUIXANO - Roma
15/02/2012 elpais.com
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