Casillas, listo para el asalto al 'triplete'
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Casillas, listo para el asalto al 'triplete'
Casillas, listo para el asalto al 'triplete'
El capitán de España habla sobre por qué los
campeones del mundo y de Europa están
preparados para hacer historia en Kiev, sobre
una tanda de penaltis ante Italia que cambió la
dinámica y sobre las cañas que lo empezaron todo.
Según la leyenda, una apuesta inofensiva entre Iker Casillas, Pepe Reina y Andrés
Palop, en la que no había en juego nada más que unas cañas y unas tapas,
resultaría decisiva en la victoria de España en la UEFA EURO 2008.
En el mundo del fútbol la superstición puede a veces con la razón. Luis Aragonés,
célebre por su pavor al color amarillo, insistió hasta la saciedad en que las
camisetas vestidas por sus jugadores en la victoria de semifinales contra Rusia
eran en realidad color "mostaza". La anécdota se produjo tras superar una
eliminatoria a la que pocos contaban llegar cuando, en cuartos
de final, tuvieron que enfrentarse a una tanda de penaltis
contra Italia la noche del 22 de junio en Viena.
¿Por qué? Pues porque 'La Roja' llevaba ni más ni menos que 88 años sin derrotar
a Italia en partido oficial. Y, para más inri, en la fecha maldita del 22 de junio se
habían producido tres eliminaciones en torneos anteriores, todas en la tanda de
penaltis: contra Bélgica en el Mundial de 1986, contra Inglaterra en la Eurocopa
de 1996 y contra Corea del Sur en el Mundial de 2002. En resumen, motivos
de sobra para creer en la mala suerte, aunque no para Casillas.
Dos semanas antes del torneo de Austria y Suiza, él, Reina y Palop salían todos
los días los últimos de los entrenamientos en Las Rozas, ya que los tres porteros
cerraban cada sesión con una tanda de penaltis entre ellos.
Al perdedor le tocaba invitar a los demás a cañas y tapas.
Ese pequeño entrenamiento sentó más que bien a un Casillas que, embriagado
por la mezcla de adrenalina y cansancio tras la prórroga en un gran torneo,
rechazó la ayuda de su entrenador de porteros antes de los penaltis contra Italia.
José Manuel Ochotorena disponía en su carpeta de abundante información sobre
los lanzadores italianos y estaba ansioso por compartirla con el capitán. Sin
embargo, Casillas declinó la oferta: se sentía preparado,
tranquilo, completamente seguro de sus fuerzas.
¿A quién le importaba la superstición? ¿Y el hecho de que España no hubiera
llegado a las semifinales de un gran torneo desde la Eurocopa de Francia, casi
veinticinco años atrás? Detalles todos sin importancia para el hombre que
empezaba a enfilar el camino hacia la portería. El resto ya forma parte de los
libros de historia: dos paradas, una en cada lado, a Antonio Di Natale y Daniele
De Rossi, suficientes para que Cesc Fàbregas pudiera anotar el penalti ganador
y abrir la puerta a la semifinal contra Rusia y a la posterior victoria en la final
contra Alemania. Sin embargo, en ese momento, el mundo contuvo la
respiración mientras el estadio bullía con un ruido atronador.
No resulta extraño, pues, que esa tanda de penaltis, un punto de inflexión en la
historia del fútbol, traiga todavía recuerdos únicos a Casillas. "En ese momento
se juntaron todas las cosas que España necesitaba para poner fin a la racha de
eliminaciones en cuartos", rememora el guardameta del irrealmandril CF.
"Recuerdo perfectamente todos los detalles: partido contra Italia, un
empate a cero y una tanda de penaltis un día 22 de junio, otra vez".
Casillas es un hombre de equipo. En su trabajo, se marca unos objetivos personales
tremendamente exigentes y entrena con tal intensidad que, en ocasiones, puede
parecer perdido en su propia búsqueda de la excelencia. Sin embargo, como líder,
en su club o en la selección, siempre prefiere la unidad, el consenso y
aprovechar las sinergias nacidas del trabajo de 23 atletas de élite
y sus entrenadores, unidos por un mismo objetivo.
"En la concentración de Neustift vivimos momentos excepcionales, de gran felicidad",
recuerda el guardameta de 30 años. "Teníamos la sensación de estar viviendo una
época fantástica. Todos nos llevábamos de maravilla y el equipo estaba encantado
con el míster. Creo que el gran éxito fue precisamente Luis Aragonés. Un mes antes
de la fase final, lo tenía todo pensado: cómo gestionar el equipo y cómo
iría el torneo. Si preguntas a cualquiera de mis compañeros cuál fue
la clave, seguro que todos dirán que fue Luis Aragonés.”
Obviamente, el gol de Fernando Torres en la final también tuvo su parte de culpa a la
hora de poner fin a una sequía de títulos que duraba desde 1964. En pleno apogeo
de las celebraciones, Casillas alzó el trofeo y, con ese gesto, ahuyentó para siempre
los fantasmas de anteriores fracasos. "Fue histórico para el fútbol español, pero
también para mí personalmente, después de muchas decepciones, injusticias y
palos, como jugador y como aficionado. Entonces pensé en antiguos
compañeros míos que tanto lucharon para poder levantar un título
delante de la afición pero que no lo consiguieron".
El resto de la historia es conocido: España sumó el Mundial de 2010 a su título
europeo, ya bajo el mando de Vicente del Bosque. Una hora después del pitido final
en el Soccer City, hablé con Casillas sobre las claves de ese fantástico hito. Su
primer pensamiento fue para la Eurocopa de 2008 y las temporadas
anteriores, un período que revolucionaría el fútbol español.
Preguntado por cuál de los dos grandes títulos levantados desde 2008 valora más,
Casillas no tiene reparos en afirmar que el trono europeo conquistado en Viena
ocupa un lugar de honor. "En el Mundial llegamos con la etiqueta de favoritos. Si
tuviera que elegir entre esos recuerdos, me quedaría con la EURO 2008, porque
rompió 44 años de sequía". ¿Conseguirá el capitán Casillas derrotar a Italia
en la final de Kiev del domingo y lograr el récord de tres títulos
en cuatro años? ¿Algún valiente se apuesta unas cañas?
G. Hunter y D. Huerta
©UEFA.com 1998-2012.
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El capitán de España habla sobre por qué los
campeones del mundo y de Europa están
preparados para hacer historia en Kiev, sobre
una tanda de penaltis ante Italia que cambió la
dinámica y sobre las cañas que lo empezaron todo.
Según la leyenda, una apuesta inofensiva entre Iker Casillas, Pepe Reina y Andrés
Palop, en la que no había en juego nada más que unas cañas y unas tapas,
resultaría decisiva en la victoria de España en la UEFA EURO 2008.
En el mundo del fútbol la superstición puede a veces con la razón. Luis Aragonés,
célebre por su pavor al color amarillo, insistió hasta la saciedad en que las
camisetas vestidas por sus jugadores en la victoria de semifinales contra Rusia
eran en realidad color "mostaza". La anécdota se produjo tras superar una
eliminatoria a la que pocos contaban llegar cuando, en cuartos
de final, tuvieron que enfrentarse a una tanda de penaltis
contra Italia la noche del 22 de junio en Viena.
¿Por qué? Pues porque 'La Roja' llevaba ni más ni menos que 88 años sin derrotar
a Italia en partido oficial. Y, para más inri, en la fecha maldita del 22 de junio se
habían producido tres eliminaciones en torneos anteriores, todas en la tanda de
penaltis: contra Bélgica en el Mundial de 1986, contra Inglaterra en la Eurocopa
de 1996 y contra Corea del Sur en el Mundial de 2002. En resumen, motivos
de sobra para creer en la mala suerte, aunque no para Casillas.
Dos semanas antes del torneo de Austria y Suiza, él, Reina y Palop salían todos
los días los últimos de los entrenamientos en Las Rozas, ya que los tres porteros
cerraban cada sesión con una tanda de penaltis entre ellos.
Al perdedor le tocaba invitar a los demás a cañas y tapas.
Ese pequeño entrenamiento sentó más que bien a un Casillas que, embriagado
por la mezcla de adrenalina y cansancio tras la prórroga en un gran torneo,
rechazó la ayuda de su entrenador de porteros antes de los penaltis contra Italia.
José Manuel Ochotorena disponía en su carpeta de abundante información sobre
los lanzadores italianos y estaba ansioso por compartirla con el capitán. Sin
embargo, Casillas declinó la oferta: se sentía preparado,
tranquilo, completamente seguro de sus fuerzas.
¿A quién le importaba la superstición? ¿Y el hecho de que España no hubiera
llegado a las semifinales de un gran torneo desde la Eurocopa de Francia, casi
veinticinco años atrás? Detalles todos sin importancia para el hombre que
empezaba a enfilar el camino hacia la portería. El resto ya forma parte de los
libros de historia: dos paradas, una en cada lado, a Antonio Di Natale y Daniele
De Rossi, suficientes para que Cesc Fàbregas pudiera anotar el penalti ganador
y abrir la puerta a la semifinal contra Rusia y a la posterior victoria en la final
contra Alemania. Sin embargo, en ese momento, el mundo contuvo la
respiración mientras el estadio bullía con un ruido atronador.
No resulta extraño, pues, que esa tanda de penaltis, un punto de inflexión en la
historia del fútbol, traiga todavía recuerdos únicos a Casillas. "En ese momento
se juntaron todas las cosas que España necesitaba para poner fin a la racha de
eliminaciones en cuartos", rememora el guardameta del irrealmandril CF.
"Recuerdo perfectamente todos los detalles: partido contra Italia, un
empate a cero y una tanda de penaltis un día 22 de junio, otra vez".
Casillas es un hombre de equipo. En su trabajo, se marca unos objetivos personales
tremendamente exigentes y entrena con tal intensidad que, en ocasiones, puede
parecer perdido en su propia búsqueda de la excelencia. Sin embargo, como líder,
en su club o en la selección, siempre prefiere la unidad, el consenso y
aprovechar las sinergias nacidas del trabajo de 23 atletas de élite
y sus entrenadores, unidos por un mismo objetivo.
"En la concentración de Neustift vivimos momentos excepcionales, de gran felicidad",
recuerda el guardameta de 30 años. "Teníamos la sensación de estar viviendo una
época fantástica. Todos nos llevábamos de maravilla y el equipo estaba encantado
con el míster. Creo que el gran éxito fue precisamente Luis Aragonés. Un mes antes
de la fase final, lo tenía todo pensado: cómo gestionar el equipo y cómo
iría el torneo. Si preguntas a cualquiera de mis compañeros cuál fue
la clave, seguro que todos dirán que fue Luis Aragonés.”
Obviamente, el gol de Fernando Torres en la final también tuvo su parte de culpa a la
hora de poner fin a una sequía de títulos que duraba desde 1964. En pleno apogeo
de las celebraciones, Casillas alzó el trofeo y, con ese gesto, ahuyentó para siempre
los fantasmas de anteriores fracasos. "Fue histórico para el fútbol español, pero
también para mí personalmente, después de muchas decepciones, injusticias y
palos, como jugador y como aficionado. Entonces pensé en antiguos
compañeros míos que tanto lucharon para poder levantar un título
delante de la afición pero que no lo consiguieron".
El resto de la historia es conocido: España sumó el Mundial de 2010 a su título
europeo, ya bajo el mando de Vicente del Bosque. Una hora después del pitido final
en el Soccer City, hablé con Casillas sobre las claves de ese fantástico hito. Su
primer pensamiento fue para la Eurocopa de 2008 y las temporadas
anteriores, un período que revolucionaría el fútbol español.
Preguntado por cuál de los dos grandes títulos levantados desde 2008 valora más,
Casillas no tiene reparos en afirmar que el trono europeo conquistado en Viena
ocupa un lugar de honor. "En el Mundial llegamos con la etiqueta de favoritos. Si
tuviera que elegir entre esos recuerdos, me quedaría con la EURO 2008, porque
rompió 44 años de sequía". ¿Conseguirá el capitán Casillas derrotar a Italia
en la final de Kiev del domingo y lograr el récord de tres títulos
en cuatro años? ¿Algún valiente se apuesta unas cañas?
G. Hunter y D. Huerta
©UEFA.com 1998-2012.
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