“Tengo un espíritu ‘amateur”
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“Tengo un espíritu ‘amateur”
“Tengo un espíritu ‘amateur”
El delantero Radamel Falcao, ídolo
de Colombia e icono del Atlético,
habla del fútbol, su vida
y sus creencias
Bronceado por el sol veraniego, con el pelo tan liso que parece planchado, barba
de tres días, bermudas y zapatillas deportivas, Radamel Falcao (Santa Marta,
Colombia, 1986) atiende a las preguntas con los ojos abiertos, como si absorbiera
el tiempo para articular un discurso pausado, con una voz de bajos decibelios que
para nada transmite su fiereza sobre el césped. Ahí no deja balón huérfano de
remate, ocasión de la que lamentarse. Es el Carpanta del gol del Atlético, el
delantero centro al que los aficionados veneran. Se marcharon el curso anterior
Agüero y Forlán a cambio de sus goles, cifrados en 40 millones. Respondió a lo
grande, con 24 dianas en la Liga y pichichi en la Liga Europa (12), torneo que le
volvió a coronar –lo conquistó hace dos años con el Oporto– en la
final con dos redes sobre el Athletic, el primero de videoteca.
Pregunta. ¿Entiende que se le juzgue por el dinero que costó?
Respuesta. Sí. Es lógico. Se me demandan goles porque fui una inversión muy
grande. Pero trato de aislarme porque no hay nadie que me exija más que yo.
P. ¿Ni siquiera Simeone?
R. Es muy fogoso en su profesión. No deja fuera el más mínimo detalle y vive cada
partido como si fuera el último. Estoy seguro de que en su casa es igual; todo lo
hace con pasión. A mí, como tantos otros técnicos, me pide que ayude para
entorpecer la salida de la pelota rival. Es algo a lo que ya me he acostumbrado.
P. ¿Disfruta con esa función?
R. Ya me adapté.
P. Parece, de hecho, que cuando acaba los partidos le haya
pasado un tren por encima. Da la sensación de que hasta cojea…
R. No tengo la impresión de cojear. Pero sí que siento el cansancio por
el desgaste. En cada jugada, trato de ganar los duelos personales.
Asumo que todas las pelotas son importantes y así las disputo.
P. ¿El delantero debe ser egoísta?
R. Creo que sí. Tiene que tener siempre la predisposición de anotar, de pensar en
el gol. Se hace por satisfacción personal. Pero en determinados momentos tomo
decisiones que son para el beneficio del grupo y sacrifico mis intereses personales.
Los objetivos del grupo priman sobre los míos. Cuando recibo el balón en mitad
de la cancha, no pienso en la portería rival; si estoy cerca del área, sí.
P. ¿Le da vueltas a los fallos?
R. Reflexiono tras los partidos en lo que pude haber hecho y no hice, sobre
todo si no he resuelto bien.Pero tampoco tengo pesadillas…
P. ¿Tiene un golpeo favorito?
R. Mmmmm, no. Todos tienen su valor. No siempre
quiero hacerlos igual. Hay que darle con lo que sea.
P. Aunque brilla en los cabezazos…
R. Sí, creo que tengo uno de los mejores remates de cabeza de la Liga. Hice
muchos goles así. Es un poco de técnica, de timing. Es una suerte que he
perfeccionado con los años. Me viene de mi padre, que cuando jugaba
remataba muy bien, y de mi madre, que me tiraba la pelota al aire y
yo se la devolvía con la cabeza. Era una forma de entretenerme.
P. Debió de ocurrir de muy niño, porque a los 13 años ya
debutó en la Segunda División colombiana.
R. Sí, pero entonces no tenía la repercusión de ahora. Jugaba por diversión.
En cierto modo perdí parte de mi infancia para lograr esta vida.
P. ¿Cuándo pasó de ser Falcao al delantero y embajador de Colombia?
R. Creo que al ganar la primera Liga Europa. Es lógico porque las sociedades
necesitan iconos y referentes. Aunque a veces hay que tener cuidado porque
se desvirtúan las imágenes. De mi país, por ejemplo, llega que exporta cocaína,
pero en el fondo no se conoce cómo es la vida y las riquezas que tiene. Molesta,
pero de España también llegaba lo de ETA. No es una única realidad.
P. ¿No es excesiva esa responsabilidad que recae sobre los futbolistas?
R. No lo sé. Pero es bueno que tu país se sienta orgulloso de tus éxitos.
Yo me siento cómodo con este papel. No echo de menos
el anonimato. Me gusta y disfruto lo que vivo.
P. ¿Dio todo por el balón?
R. Siempre he amado al balón, por más que hubo momentos difíciles. Incluso
pensé en desistir, sobre todo cuando estaba en Argentina y era juvenil, cuando
vivía solo. Pero traté de que el esfuerzo hecho y que todo lo que me había
perdido valiera la pena. Al fútbol se juega con el corazón, con todos los sentidos.
P. ¿Como los niños?
R. Yo de niño, según cuentan mis padres, jugaba en la calle descalzo y me
sangraban los pies, pero al día siguiente volvía a jugar. Siempre he tenido
un espíritu amateur muy grande. Nunca me saciaba de la pelota.
P. ¿Y ahora?
R. Uno se convierte en un profesional y es diferente esa hambre de
quererjugar todos los días con los amigos por nada. Aunque el
deseo de competir los domingos existe.
A veces hablo con la pelota… Se tiene que jugar con el
corazón, con todos los sentidos”
Pero los entrenamientos y demás es otro tipo de vivencia de cuando
era niño, con los amigos, sin consigna, solo para jugar.
Ese fútbol de calle, ese amor, es lo más lindo.
P. ¿Llega hasta el punto de hablarle a la pelota?
R. A veces le hablo, sí. Antes de ejecutar un penalti o una falta. Pero
son pocas. Con quien hablo mucho es con mi padre.
Me dice las cosas buenas y malas de un partido.
P. Pero él no le ve como Falcao, sino como su hijo. ¿Le reprende?
R. Me corrige, pero, con la distancia, no tanto. Soy un buen chico.
P. ¿Nunca se da una juerga?
R. Hay momentos para todo, y cuando he podido, no me he perdido esas cosas.
P. Pero usted es muy creyente. Al ganar la Liga Europa, dijo: “Subí a
mi habitación del hotel, me arrodillé y di gracias a Dios”.
R. Trato de llevar una vida guiada por la palabra de Dios, por laBiblia, y ponerla en
práctica en las diferentes áreas de mi vida. Llevar una vida de la mano de Jesús
te ayuda a saber qué cosas están bien y qué no, a darle valor. Somos
seres espirituales y el alma también hay que alimentarla.
P. ¿Por eso no discute en el campo?
R. Me desgasto y entro en un juego del que no saco nada.
P. ¿Conforme con los fichajes?
R. Están subiendo un escalón al equipo y generando
bastante competencia. Eso solo puede ser bueno.
P. Usted tiene poca, ¿no?
R. Siempre hay. Se debe revalidar cada día lo conseguido
porque siempre hay gente que quiere tu puesto.
J. Quixano - Madrid
16 AGO 2012 elpais.com
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El delantero Radamel Falcao, ídolo
de Colombia e icono del Atlético,
habla del fútbol, su vida
y sus creencias
Bronceado por el sol veraniego, con el pelo tan liso que parece planchado, barba
de tres días, bermudas y zapatillas deportivas, Radamel Falcao (Santa Marta,
Colombia, 1986) atiende a las preguntas con los ojos abiertos, como si absorbiera
el tiempo para articular un discurso pausado, con una voz de bajos decibelios que
para nada transmite su fiereza sobre el césped. Ahí no deja balón huérfano de
remate, ocasión de la que lamentarse. Es el Carpanta del gol del Atlético, el
delantero centro al que los aficionados veneran. Se marcharon el curso anterior
Agüero y Forlán a cambio de sus goles, cifrados en 40 millones. Respondió a lo
grande, con 24 dianas en la Liga y pichichi en la Liga Europa (12), torneo que le
volvió a coronar –lo conquistó hace dos años con el Oporto– en la
final con dos redes sobre el Athletic, el primero de videoteca.
Pregunta. ¿Entiende que se le juzgue por el dinero que costó?
Respuesta. Sí. Es lógico. Se me demandan goles porque fui una inversión muy
grande. Pero trato de aislarme porque no hay nadie que me exija más que yo.
P. ¿Ni siquiera Simeone?
R. Es muy fogoso en su profesión. No deja fuera el más mínimo detalle y vive cada
partido como si fuera el último. Estoy seguro de que en su casa es igual; todo lo
hace con pasión. A mí, como tantos otros técnicos, me pide que ayude para
entorpecer la salida de la pelota rival. Es algo a lo que ya me he acostumbrado.
P. ¿Disfruta con esa función?
R. Ya me adapté.
P. Parece, de hecho, que cuando acaba los partidos le haya
pasado un tren por encima. Da la sensación de que hasta cojea…
R. No tengo la impresión de cojear. Pero sí que siento el cansancio por
el desgaste. En cada jugada, trato de ganar los duelos personales.
Asumo que todas las pelotas son importantes y así las disputo.
P. ¿El delantero debe ser egoísta?
R. Creo que sí. Tiene que tener siempre la predisposición de anotar, de pensar en
el gol. Se hace por satisfacción personal. Pero en determinados momentos tomo
decisiones que son para el beneficio del grupo y sacrifico mis intereses personales.
Los objetivos del grupo priman sobre los míos. Cuando recibo el balón en mitad
de la cancha, no pienso en la portería rival; si estoy cerca del área, sí.
P. ¿Le da vueltas a los fallos?
R. Reflexiono tras los partidos en lo que pude haber hecho y no hice, sobre
todo si no he resuelto bien.Pero tampoco tengo pesadillas…
P. ¿Tiene un golpeo favorito?
R. Mmmmm, no. Todos tienen su valor. No siempre
quiero hacerlos igual. Hay que darle con lo que sea.
P. Aunque brilla en los cabezazos…
R. Sí, creo que tengo uno de los mejores remates de cabeza de la Liga. Hice
muchos goles así. Es un poco de técnica, de timing. Es una suerte que he
perfeccionado con los años. Me viene de mi padre, que cuando jugaba
remataba muy bien, y de mi madre, que me tiraba la pelota al aire y
yo se la devolvía con la cabeza. Era una forma de entretenerme.
P. Debió de ocurrir de muy niño, porque a los 13 años ya
debutó en la Segunda División colombiana.
R. Sí, pero entonces no tenía la repercusión de ahora. Jugaba por diversión.
En cierto modo perdí parte de mi infancia para lograr esta vida.
P. ¿Cuándo pasó de ser Falcao al delantero y embajador de Colombia?
R. Creo que al ganar la primera Liga Europa. Es lógico porque las sociedades
necesitan iconos y referentes. Aunque a veces hay que tener cuidado porque
se desvirtúan las imágenes. De mi país, por ejemplo, llega que exporta cocaína,
pero en el fondo no se conoce cómo es la vida y las riquezas que tiene. Molesta,
pero de España también llegaba lo de ETA. No es una única realidad.
P. ¿No es excesiva esa responsabilidad que recae sobre los futbolistas?
R. No lo sé. Pero es bueno que tu país se sienta orgulloso de tus éxitos.
Yo me siento cómodo con este papel. No echo de menos
el anonimato. Me gusta y disfruto lo que vivo.
P. ¿Dio todo por el balón?
R. Siempre he amado al balón, por más que hubo momentos difíciles. Incluso
pensé en desistir, sobre todo cuando estaba en Argentina y era juvenil, cuando
vivía solo. Pero traté de que el esfuerzo hecho y que todo lo que me había
perdido valiera la pena. Al fútbol se juega con el corazón, con todos los sentidos.
P. ¿Como los niños?
R. Yo de niño, según cuentan mis padres, jugaba en la calle descalzo y me
sangraban los pies, pero al día siguiente volvía a jugar. Siempre he tenido
un espíritu amateur muy grande. Nunca me saciaba de la pelota.
P. ¿Y ahora?
R. Uno se convierte en un profesional y es diferente esa hambre de
quererjugar todos los días con los amigos por nada. Aunque el
deseo de competir los domingos existe.
A veces hablo con la pelota… Se tiene que jugar con el
corazón, con todos los sentidos”
Pero los entrenamientos y demás es otro tipo de vivencia de cuando
era niño, con los amigos, sin consigna, solo para jugar.
Ese fútbol de calle, ese amor, es lo más lindo.
P. ¿Llega hasta el punto de hablarle a la pelota?
R. A veces le hablo, sí. Antes de ejecutar un penalti o una falta. Pero
son pocas. Con quien hablo mucho es con mi padre.
Me dice las cosas buenas y malas de un partido.
P. Pero él no le ve como Falcao, sino como su hijo. ¿Le reprende?
R. Me corrige, pero, con la distancia, no tanto. Soy un buen chico.
P. ¿Nunca se da una juerga?
R. Hay momentos para todo, y cuando he podido, no me he perdido esas cosas.
P. Pero usted es muy creyente. Al ganar la Liga Europa, dijo: “Subí a
mi habitación del hotel, me arrodillé y di gracias a Dios”.
R. Trato de llevar una vida guiada por la palabra de Dios, por laBiblia, y ponerla en
práctica en las diferentes áreas de mi vida. Llevar una vida de la mano de Jesús
te ayuda a saber qué cosas están bien y qué no, a darle valor. Somos
seres espirituales y el alma también hay que alimentarla.
P. ¿Por eso no discute en el campo?
R. Me desgasto y entro en un juego del que no saco nada.
P. ¿Conforme con los fichajes?
R. Están subiendo un escalón al equipo y generando
bastante competencia. Eso solo puede ser bueno.
P. Usted tiene poca, ¿no?
R. Siempre hay. Se debe revalidar cada día lo conseguido
porque siempre hay gente que quiere tu puesto.
J. Quixano - Madrid
16 AGO 2012 elpais.com
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