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URUGUAY 0 - FRANCIA 0

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Mensaje por ATLETISOY Vie 11 Jun - 23:19



MUNDIAL FÚTBOL | URUGUAY 0 - FRANCIA 0
Francia vive tiempos de penuria

Sin creatividad, los 'bleus' chocan contra
Uruguay, con uno menos el último cuarto


Francia vive tiempos de penurias. La sombra de Zidane ha dejado un vacío creativo
inmenso que no cubren mínimamente ni Gourcuff ni Malouda. Por no hablar de Ribéry,
que no está ni se le espera, deficiente como en toda la temporada en el Bayern. A eso
se ha unido la decadencia de Henry, recibido ayer como un héroe para que redimiera a
los bleus en los últimos minutos. Los únicos en los que Francia, con uno más tras la
expulsión de Lodeiro en el minuto 81, encarceló a Uruguay en su área, sin más opciones
que defenderse con todo, hasta con el generoso Forlán puesto de dique de contención,
en un admirable desgaste tanto en defensa como en ataque. La tradicional garra charrúa
resistió hasta el final. El empate, al fin y al cabo, repartió los
méritos de un partido de más colmillos que melodías.



En tiempos en que la figura del enganche está desprestigiada, Uruguay y Francia se atrevieron
a alinear a dos: Nacho González y Gourcuff. Dos mediapuntas clásicos, es decir, más bien
lentos e imaginativos, dotados para el manejo del balón. Mucho más participativo el uruguayo,
que se movió con gracilidad buscando una salida limpia del cuero. El francés, en cambio,
fue menos visto por sus compañeros, como si desconfiaran de él, como si él mismo no se
creyera el referente que sí es en el Burdeos, descollando anoche tan solo en las jugadas a
balón parado, donde es un maestro. La curva que le da a la pelota es una pesadilla para los
defensas y portero rivales, a la espera de adivinar una dirección imprevisible, como ese
lanzamiento de falta al primer palo que arrancó un suspiro admirativo de la grada del Green Point.

Todo el ataque uruguayo pasó por los pases de Nacho González y las arrancadas, siempre
veloces e inteligentes, de Forlán, zafándose a menudo del musculoso Gallas. Le falló, sin
embargo, la colaboración de Luis Suárez, muy mal en la primera parte: llegaba tarde, estaba
en fuera de juego o erraba en la entrega. Irrelevante toda la noche
hasta que fue reemplazado por Sebastián El Loco Abreu.



Tal y como le habían solicitado algunos ex jugadores como Karembeu, Domenech introdujo a
Diaby en la alineación, sacrificando a Malouda. Y, en efecto, Francia ganó en potencia en el
centro del campo, pero no en claridad. La escasa afición francesa presente en el estadio se
animó con las arrancadas de Diaby, con esa zancada poderosa al estilo Vieira, muy superior
físicamente tanto a Diego Pérez como a Arévalo, aunque sin calidad en el pase. Sus internadas
morían al borde del área. Ribéry solo superó una vez a su marcador, el central Victorino,
y Govou, en el otro extremo, pasó inadvertido. Ninguno de los dos
abasteció con la frecuencia aconsejable al cazador Anelka.

Francia tenía más recursos y hasta unas gotas más de ambición. Pero Uruguay, consciente
de sus limitaciones, tampoco iba a sufrir por eso. Como dijo el Maestro Tabárez:
"Sabemos nuestro lugar en el mundo". Y ese lugar le recomienda esperar con una defensa
de tres centrales —flojo Lugano, mejor Godín— que pueden convertirse en cinco si reculan
los dos carrileros, Álvaro y Maximiano Pereira, siempre atentos para echar una mano.



Ribéry ha llegado al Mundial siguiendo la estela de su temporada en el Bayern: no se va de nadie.
Si Victorino creía que iba a medirse a un jugador excepcional, se equivocó. Ahora mismo,
es uno del montón. Nacho González ya no era el mismo en la segunda parte: estaba cansado.
El físico no le acompaña. Más bien le abandonó a la hora de partido. Y Tabárez lo sustituyó por
alguien más vigoroso, tal vez demasiado: Lodeiro, el mediocampista del Ajax,
fue expulsado poco después por una entrada muy peligrosa a Sagna.

Los entrenadores quemaban sus naves y los hinchas franceses, a falta de nada mejor, aclamaron
a Henry como si fuera el salvador. El todavía atacante del Barça ocupó el puesto de nueve, donde
le gusta. Su entrada y la de Malouda agitaron el espíritu de los bleus, muy decaído hasta ese
momento. El último en pasar fue Gignac, el poderoso delantero del Toulouse, otro que chocó
sin remedio contra la defensa celeste, reforzada en el último momento por la presencia de Eguren.
Tabárez había repintado el equipo, convirtiéndolo en un agónico 4-3-2.
Y apeló al viejo espíritu de resistencia charrúa. Hasta el final.

C. ROS - Ciudad del Cabo - 12/06/2010
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