España Campeona del Mundo.- Iniesta de nuestras vidas

¡España campeona del mundo!

Iniesta de nuestras vidas

El pequeño 'Quijote' metió el gol que acababa con la resistencia
a patadas de los holandeses en el minuto 116 de la prórroga
Se lo dedicó a su amigo y jugador del Espanyol
Dani Jarque, fallecido el pasado verano



Justicia poética porque ganó el fútbol y el fútbol, ese maravilloso folclore universal, es
Iniesta (Fuentealbilla, 11 de mayo de 1984). El mago bajito tenía que ser quien clavara
en minuto 116 de la prórroga el clavo del ataúd de los 11 holandeses más pendencieros
de su historia, como firmó la esquela en Londres que significó para el Barça su tercera
Copa de Europa. El hombre que dibuja geometrías y paisajes y recita poemas con su
pierna derecha -donde otros sólo ven bosques de piernas y dan patadas alevosas- ya es
un manchego tan universal como don Quijote. Tenía su caña derecha a punto para controlar
y fusilar a bote pronto, con toda su alma albaceteña, aquella prolongación de
Cesc tras el centro que Torres largó desde la izquierda.

Éxtasis: 45 millones de españoles de corazón único olvidaron por un segundo y ya para toda
la vida las malas artes del patíbulo 'oranje' de Van Marwijk (28 faltas, 9 amarillas y una roja).
Y también el cráneo pelado de ese inglés carcelero e infame del arbitraje que consintió el
récord mundial de violencia en una final del Mundial.
Howard Webb se llama y que la historia lo juzgue.



También ese gol de nuestras vidas iba, además de por la injusticia de los verdugos de 'naranja',
por Dani Jarque, íntimo del alma que lo miraba desde el cielo y vio como freían a patadas a los
nuestros. Se lo dedicó a su amigo fallecido de muerte súbita el pasado verano lanzándose
como un ángel hacia la banda, quitándose la camiseta para que lo viera el mundo entero:
'Daniel Jarque no te olvidamos'. Hasta entonces el fútbol se desangró a borbotones entre patadas
holandesas. Sí, ese gol llevaba impreso tanto amor fraternal por este deporte como el
'beso sorpresa y a traición' que Casillas lanzó con lágrimas en los ojos, sin poder ni hablar, a su
novia, la presentadora Sara Carbonero. Los españoles frente al televisor se quedaron atónitos.
Ni el galán Humphrey Bogart en 'Casablanca' rozó la cima del romanticismo en directo.

"Esto es una locura. Hemos hecho un trabajo increíble y creo que no nos damos cuenta de la que
hemos liado. He visto a Cesc que podía dar el pase y cuando la he pegado con toda la fuerza que
pude creía que podía ir dentro", narró el mejor mediapunta del mundo sobre como se reescribió
una historia marcada hasta ese momento por los renglones torcidos de la marrullería y la violencia.
Iniesta nos homenajeó a todos los españoles y a Jarque al descubrir esa camiseta por dentro.
"Son momentos muy felices y todavía no había podido hacer un poco de homenaje a Jarque.
Y la ocasión es espectacular, no podía haber otra mejor. Toda España lo disfruta", resumía el tímido
Andrés, cortado entre sollozos y con cara de no tener asumido aún toda su grandeza, la que no le
cabe en su diminuto cuerpo. "Aún no me lo creo", repetía el soniquete de los elegidos mientras su
abuelo, desde su Fuentealbilla natal, estaba henchido de orgullo: "Se le merece".



Porque sólo sus más íntimos saben que el trágico fallecimiento de su amigo del alma ha marcado
un año muy duro, el más duro de toda su vida, y en donde conoció su mayor gloria. Porque
San Pedro a poco que vio el gol le entrega la Copa del Mundo y las llaves del cielo. "No sabemos
el alcance que tiene esto, no puedo ni imaginármelo". Iniesta recibió de forma divina la mejor terapia
de choque a sus desvelos y depresiones nocturnas. Van Bommel y sus tabernarios del césped, esos
que le sacudieron hasta decir basta, deberían saber que los ángeles no son de carne y hueso sino
del material del que están hechos los sueños. Irrompible. Porque Andrés es lo más parecido que
en el mundo del fútbol se ha visto a un base de baloncesto. Se encoge y se estira como la goma,
se revuelve en una baldosa, se cae y se levanta en una décima con el balón cosido a la bota y es
capaz de driblar a un rival y dar un pase de gol sobre medio palmo de terreno. Espécimen único.



Él, generoso en el fútbol y en la vida, se quitó protagonismo. "Puse mi grano de arena en un partido
que ha sido durísimo, en el que nos dieron bien y ha habido de todo", afirmó una de las principales
víctimas del juego con el mazo dando y al árbitro protestando practicado por la selección holandesa.
Su rueda prensa, la del querubín pálido como la cera, fue interrumpida poco antes del final por la
irrupción en la sala de sus colegas de gesta Carles Puyol, Gerard Piqué y Cesc Fábregas,
embriagados. Entre carcajadas y gritos, en el paroxismo de la juerga, lo convocaron a sumarse a los
festejos del vestuario. Iniesta acató la orden y aceptó gustoso la 'convocatoria'.
Rápidamente puso fin a la entrevista: "Es para disfrutarlo cada uno de los componentes de este
equipo, del primero al último. España lo ha merecido", se despidió del mundo y se fue con
sus amigos a celebrarlo. Que Dios te bendiga, pequeño gran hombre.

A.González | 12/07/2010